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domingo, 18 de enero de 2015

ALONSO, Fernando (1993), El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, Alfaguara, Madrid.


El hombrecito vestido de gris y otros cuentos es una fantástica recopilación de relatos breves de Fernando Alonso que claman a favor de un mayor protagonismo en la escena literaria del postfranquismo que la simplista categorización como obra para niños. Con cada una de las poderosas narraciones, el lector tiene la sensación de haber aterrizado en un universo cercano al realismo mágico de García Márquez gracias al natural y espontáneo estilo del autor y a su facilidad en cuanto a la integración de recursos literarios más propios de la “literatura no infantil”, como la personificación, la metáfora o la sinestesia.

Por un lado, es necesario destacar que todos los cuentos nos remiten a un contexto 

sumamente humano, a pesar de que los protagonistas puedan no serlo, como ocurre en El barco de plomo, El viejo reloj, El barco en la botella, El espantapájaros y el bailarín y La pajarita de papel. En los que sí (El hombrecito vestido de gris y El guardián de la torre), la metáfora podría ser identificada con una realidad casi tremendista. Resulta evidente que una lectura profunda de estos cuentos hace emerger temáticas tan poco apropiadas para un público infantil como puedan serlo los regímenes autoritarios, la falta de libertades y la supremacía de ciertos estratos de la sociedad sobre otros más débiles.


Sin embargo, estas narraciones podrían tener la facultad de quedarse ahí, en el subconsciente, por lo que tampoco debería resultar descabellado leérselas a un pequeño infante que se encuentra dando sus primeros pasos por el mundo. Son historias que poseen enérgicas moralejas o, al menos, advertencias sobre individuos no muy altruistas que vagan por la sociedad (perfectamente representados en El guardián de la torre y El espantapájaros y el bailarín). Aunque también lo humano se encuentra detrás de lo inanimado, con un estilo cercano a las fábulas animalísticas de Esopo y Samaniego, en cuentos como El barco en la botella o La pajarita de papel, en los que los objetos son los protagonistas que intentan alcanzar la felicidad en un entorno acorde a su espíritu, ya sea mediante la búsqueda de libertad o de compañía.

El tema de la solidaridad es, al fin y al cabo, el nexo de unión entre todos los relatos, siempre con el fin de mejorar la sociedad y, a través de esta, el mundo entero, como se hace especialmente patente en Los árboles de piedra, cuyo protagonista es ese terreno árido y empedrado donde solo son capaces de sobrevivir los pétreos corales, recogidos por el pueblo en su conjunto a modo de remedio homeopático contra la tristeza de los niños.


La facultad de cooperación, de trabajo en equipo, de unión ante la adversidad son, en efecto, algunas de las temáticas más importantes de la obra, aunque un lector avezado pueda ir más allá, incluyendo el hecho de que se puedan extraer diversas interpretaciones de un mismo tema o de que pueda resultar ambiguo el estilo de la obra con la materia general que trata la misma. Y esto es lo que al fin y al cabo enriquece las diversas posibilidades de aplicación pedagógica de los cuentos en el aula, para cualquier nivel, para cualquier edad.


En primaria, no siendo quizá posible extraer una lectura profunda de la obra, sí que resultaría adecuada para practicar el factor oral, tanto en su codificación como en su decodificación, gracias a la sencillez del estilo de Alonso y al empleo de un vocabulario límpido, perfectamente interpretable por niños de más de 5 años. Del mismo modo sería útil para las observaciones primerizas de los procesos de adjetivación y derivación, así como para empezar a que los alumnos identifiquen y consigan distinguir las diversas interpretaciones semánticas (los rasgos positivos y negativos del texto) mediante la activación de su horizonte metacognitivo.

En la secundaria, a pesar de que pudiera parecer más sencilla su introducción en el aula, la aplicación didáctica de esta obra es todo un reto para el profesional docente. Por un lado, tendríamos que lidiar con los alumnos más jóvenes que rechazarían su lectura por la forma infantil que Alonso ha querido otorgarle a los textos. Por otro, en niveles superiores, resultaría un arduo trabajo que los estudiantes valoraran las narraciones en toda su complejidad, así como dieran cuenta de las temáticas más importantes de la obra.

Los alumnos de bachillerato, sin embargo, podrían ser el destinatario perfecto para la aplicación pedagógica de la obra de Fernando Alonso. El cuento de El hombrecito vestido de gris puede dar mucho juego para alumnos entre 16 y 18 años. De modo similar a la práctica que hicimos en clase, podemos pedir a nuestros alumnos que reflexionen (ya sea a modo de debate o por escrito) sobre los dos finales que aporta el autor para el cuento, así como observar las temáticas principales que expone implícitamente. También podemos proponer un ejercicio de creación en que los estudiantes hablen de un tema serio en una composición con un estilo infantil, de la misma manera que Fernando Alonso lo hace en sus cuentos.


Porque, como ya sabemos, el objetivo de cualquier aplicación didáctica de la LIJ en el aula es que los alumnos terminen desarrollando las Competencias Básicas que les aseguren su formación integral como ciudadanos competentes, pues juntos conformarán la futura sociedad de nuestro planeta.

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