FARIAS DÍAZ NORIEGA, Juan, Años difíciles (1982), Editorial Miñón, Valladolid.
Al escritor
gallego Juan Farias Díaz Noriega, nacido en Serantes el 31 de marzo de 1935, le
apasionaba la lectura desde pequeño. Hábito que sin duda alimentó, más tarde,
su necesidad de escribir, de plasmar sus propias ideas y sentimientos. Vivió
una infancia dura, marcada por la Guerra Civil Española. Se dedicó al oficio
marinero durante un tiempo, pero, finalmente, pudo dedicarse profesionalmente
al oficio de escritor.
Podemos
destacar dos etapas en su vida. En la primera, de 1959 a 1975, se dedicó a la
literatura para adultos. En esta, podríamos hacer alusión a algunas de sus
obras, en las que trata temas como el abuso de autoridad, la corrupción, los
vicios, la pobreza o la marginación social: Puente
de cáñamo (1962), Los niños numerados
(1965), Gran Cabotaje (1968), La tripa de la ciudad (1970), El hombre pervertido (1975). La segunda
etapa se desarrolla a partir de 1977, momento en el que Farias se encontraba
satisfecho con su obra, pues había sido adscrita al realismo social. En esta
etapa se dedica en especial a la literatura infantil y juvenil. «Cuando te
curas, si aún te gusta escribir, escribes desde el alma. Y entonces,
curiosamente, sin pretenderlo, haces literatura infantil, o juvenil, o como
coño os guste llamar a lo que solo es literatura clara» (Bermejo,1995:17).
En 1980 fue galardonado con el Premio Nacional
de Literatura Infantil y Juvenil por Algunos
niños, tres perros y más cosas, lo que le llevó a seguir escribiendo en este
ámbito y a ser uno de los escritores más representativos de la literatura
infantil y juvenil. Años difíciles,
la obra que a continuación voy a comentar, fue incluida en 1984 en la Lista de
Honor de IBBY, Organización Internacional para el Libro Juvenil. Años difíciles es el libro que da
comienzo a su trilogía Crónicas de Media
Tarde. En 2005 recibió el I Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y
Juvenil Ediciones S.M., uno de los mayores reconocimientos de la crítica
internacional por el conjunto de su
obra. Además, ha escrito guiones para radio y televisión, textos con los que ha
recibido premios como la Rosa de Oro y el Premio de la Crítica.
En
Años difíciles se narra la historia de
un pueblo, Media Tarde —«un pueblo pequeño y sin importancia» que «no suele
aparecer en los mapas ni figura en las enciclopedias»—, al que llegó la guerra.
Al comienzo del cuento, se describe al pueblo solidario y respetuoso con la
naturaleza. Sin embargo, la guerra pondrá en tela de juicio los valores que
caracterizaban a los habitantes de Media Tarde, pues a lo largo de la narración
vemos cómo va dislocando las estructuras familiares y sociales.
La guerra se va percibiendo cada vez más en
Media Tarde, aunque no como en otros lugares donde todo quedaba destrozado. Aquí
no había batallas, aunque sí llegaron en alguna ocasión soldados con tanques. Media
Tarde se iba quedando sin jóvenes, ya que los hombres con más de dieciocho años
y menos de cuarenta, debían presentarse a filas. No obstante, la guerra había
llegado a Media Tarde y, de su mano, la tristeza y el temor acompañaban a cada
habitante, inundando cada rincón.
El padre de Juan de Luna, el protagonista de
este cuento, se esconde en el monte, junto con otro vecino del pueblo
—Marcial—, para no ir a la guerra. Sin embargo, se jugaban la vida haciendo tal
cosa, puesto que si les encontraban, les fusilarían. El tiempo pasaba y Juan de
Luna seguía sin ver a su padre, aunque su madre tenía noticias suyas a diario.
Se comunicaban con mensajes y señas a través de un espantapájaros, al que le
dotaron de un lenguaje no verbal que solo ellos dos podían entender.
Un día, lo
temido llegó: los soldados encontraron al padre de Juan de Luna y a Marcial.
Sus vidas se apagaron en ese preciso instante. Años más tarde, la guerra concluyó
y sonaron las campanas «como a fiesta». Sin embargo, los habitantes de Media
Tarde no querían celebrar nada.
Considero que esta obra es una lectura idónea para
trabajar en el aula (tercer ciclo de primaria, primer ciclo de secundaria). El
tiempo narrativo está definido por su correlato histórico y se presenta así
como una aproximación a uno de los momentos más trágicos de España. Un primer
acercamiento, en mi opinión, debería ser totalmente ingenuo. No plantearía
actividades de prelectura destinadas a comprender el momento histórico, el
contexto, los bandos,… El vocabulario es accesible antes incluso de los doce
años, que propone la editorial Miñón. El correlato implícito es el que nos
obliga, tal vez, a presentar la obra a partir de dicha edad.
Es una obra que puede ser leída colectivamente en
dos sesiones. Los alumnos también deben leerla de forma individual. Una tercera
sesión podría estar encaminada a la reflexión conjunta.
Por otro lado, los temas que mejor pueden funcionar en el aula serán aquellos
que detecten los estudiantes en la lectura conjunta. A partir de esos temas,
podemos vertebrar el debate posterior a la lectura individual, lanzándoles
también algún reto que les empuje a nuevas lecturas, a nuevas visiones.
El lenguaje no verbal, presentado a través del
elemento simbólico del espantapájaros, nos puede facilitar formas de trabajo
originales y novedosas. Sin instrumentalizar la lectura, esto es, con
posterioridad al trabajo del texto, podemos invitar a los estudiantes a generar
formas de comunicación no verbal a partir de la propuesta de Farias.
Trabajar conjuntamente con la asignatura de Ciencias
Sociales, a la hora de abordar el conflicto de la Guerra Civil, nos permitirá
desplegar la lectura en cuantas actividades se nos ocurran. Incluso existe la
posibilidad de sugerir a nuestros estudiantes que pregunten en casa por esos «años
difíciles» de nuestro país o de otros países, teniendo en cuenta al gran número
de estudiantes de diversa procedencia, con el fin de elaborar su propia versión
de la obra.
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