Joan
Manuel Gisbert sin duda es uno de los maestros de la literatura infantil y
juvenil en España. Nació en Barcelona en 1949 y mostró dotes para la escritura
y las actividades escénicas en su juventud. Empezó a estudiar Ingeniería pero
decidió que su vida debía seguir otro camino. Ahorró dinero y marchó a París
para formarse como actor. A su vuelta, se introduce en el mundo editorial y
empieza a publicar sus primeras obras. La obra de Gisbert está representada por
la imaginación y fantasía. Gran fabulador, su obra siempre se ha caracterizado
por la calidad literaria. El libro que nos ocupa, Escenarios
fantásticos (1979) ocupa una importante posición dentro de la obra del
autor catalán. El libro fue la primera obra publicada y obtuvo instantáneamente
el respaldo de la crítica, alcanzando un gran éxito. Otras obras de importancia
dentro de la obra del autor son: Los
espejos venecianos, El guardián del olvido, El misterio de la mujer autómata,
Fabulosa noche de San Juan, etc.
La
obra es una recopilación de varias historias de carácter fantástico que se
relacionan entre sí por el extravagante e imaginativo Demetrius Iatopec. La
primera historia, titulada «Los jardines del dirigible», está protagonizada
por Demetrius Iatopez y nos muestra una situación totalmente delirante: un
espejismo aparecido donde antes había una fábrica del siglo XIX conmociona a
todo el mundo. La situación parece encontrar una solución cuando este
personaje, que se hace llamar así mismo domador de espejismos, promete llevarse
esta fantástica quimera sin ningún tipo de compensación. La descripción misma
de capturar semejante espejismo resulta alucinante, la ciudad expectante se
agolpa en las calles y frente a los televisores para contemplar las artes
mágicas de este misterioso personaje. Más adelante descubriremos que su
intención no es otra que abrir un museo donde se pueda ver todos los espejismos
que ha ido cazando en todos sus años de mago. En la «La danza de las imágenes
gigantes», la segunda historia de Escenarios
fantásticos, seguimos las pesquisas de un periodista llamado Nathaniel
Maris que está especializado en temas
mágicos. Nos cuenta cómo el mago Demetrius Iatopez intenta crear un museo de
espejismos. El periodista investiga y
descubre dónde se encuentra el lugar en el que el mago Iatopec guarda sus
espejismos. Allí se esconde y queda maravillado al observar un ensayo en el que
aparecen diversos espectáculos como el ballet de las ballenas azules, el iceberg
en los mares del sur o el faro que despertó a los fantasmas. Un espejismo mal
ejecutado da al traste con el proyecto de Demetrius y esparce todos los
espejismos por el cielo.
La tercera parte es la más extensa y se titula «El Parque de Atracciones del Arco Iris».
Ahora vemos al camaleónico Demetrius Iatopec caracterizado como Apolonius
Dragotev, intentando inaugurar El parque de atracciones del Arco Iris. Con
ilusiones renovadas, comienza a crear atracciones completamente delirantes y
nunca vistas. Además, el periodista Maris, después de recibir una invitación,
realiza una visita al parque y allí es capaz de disfrutar diferentes
atracciones como la cámara de las cosquillas, el túnel que lee los
sentimientos, la música que llueve, la máquina de fabricar cuentos, el tobogán
que llega al Centro de la Tierra, etc. Desgraciadamente, no todo va bien en el
nuevo proyecto de Iatopez, pues un antiguo enemigo llamado Buenaventura
Mestres, celoso de su éxito, intentará por todos los medios desbaratar los
planes del mago. Para evitar un nuevo fracaso, el mago, el periodista Nathaniel
Maris y su equipo comienzan una desenfrenada búsqueda para dar caza a este
malhechor. El final de la obra se cierra con la gran inauguración del parque de
atracciones con un éxito rotundo.
La
obra me ha aparecido fascinante y me ha mostrado una forma de literatura
alejada de lo que hasta ahora había leído, con respecto a literatura infantil o
juvenil. La escritura a veces puede resultar algo complicada para una persona no
acostumbrada a leer y los saltos temporales pueden resultar un estorbo para el
seguimiento de la lectura. De todas formas, el autor guía la lectura a través
de diferentes tipografías y explicaciones dadas al principio de los
cambios de narrador. Por tanto, hay un interés explícito por parte de Gisbert a
que nuestros sus lectores entiendan las singularidades de la literatura.
Asimismo, las descripciones que Gisbert vierte en Escenarios fantásticos creo que es lo más atractivo e interesante.
A través de su lectura, accedemos mediante nuestra a imaginación a un mundo
paralelo en el que la magia existe. Opino que este tipo de lectura podría ser
leído por cualquier alumno de secundaria. Evidentemente, cambiaría los
objetivos y tendría en cuenta la edad en la que es leída. El libro es un claro
ejemplo de lo que debemos buscar como docentes: una fábula de fácil lectura y
temática atractiva con una escritura de calidad que no envidia a otras obras de
literatura para adultos que podemos leer.
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