Morirás
en Chafarinas es una novela publicada en 1990 por el
escritor zaragozano Fernando Lalana con la que obtuvo el Premio Nacional de
Literatura Infantil y Juvenil de 1991. Lalana es licenciado en Derecho, autor
de otras novelas como El fantasma del Rialto, Hubo una vez otra guerra,
El zulo o Scratch, y ha
ganado en tres ocasiones el Premio Gran Angular. También ha colaborado con el
diario El País donde publicó en
varias ocasiones en el semanario infantil. Además, en 1995 trabajó como
guionista en la película Morirás en
Chafarinas, basada en su novela más aclamada, dirigida por Pedro Olea y
protagonizada por Jorge Sanz, Óscar Ladoire y María Barranco. El autor también
ha participado activamente en teatro como actor, productor e incluso director,
principalmente en el Teatro Incontrolado de Zaragoza, del cual fue miembro
fundador. Asimismo, realizó el servicio militar obligatorio en Melilla que, a
la postre, le sirvió como fuente de inspiración de esta obra.
Morirás
en Chafarinas cuenta la
historia de un joven cabo (del cual se ignora por completo su nombre y
apellidos) que está apurando su servicio militar en el acuartelamiento de Los
Regulares en Melilla. Su periplo como un anodino soldado se ve salpicado en los
últimos meses de servicio tras las repentinas muertes de dos de sus compañeros,
las cuales encubren una trama sobre tráfico de heroína y que se ve obligado a
investigar contra su voluntad por la insistencia de Cidraque, uno de sus
compañeros de cuartel.
La historia comienza un domingo y termina al
siguiente sábado, es decir la trama se desarrolla en una semana natural cuyos
días forman los diferentes capítulos de la novela. Asimismo, cada capítulo está
dividido en varias partes según lo exija el argumento; por ejemplo en el primer
y segundo capítulo los títulos de los subcapítulos son nombres de personajes
del cuartel, tras los cuales se les presenta mediante una breve descripción sin
desvirtuar la trama. Este tipo de división interna de los capítulos supone una
breve pausa para el lector, una técnica que se agradece tanto visualmente como
para el desarrollo de una lectura óptima. Además, el hecho de que la historia
se desarrolle en una semana natural no da lugar a que en la novela aparezcan
momentos de tedio, lo que suelen llamarse páginas de relleno. El autor consigue
brillantemente un ritmo trepidante, en el que la sucesión de hechos relevantes
sea continua, en el que cada dato que se aporta no sea en balde. Pienso que
esta característica es magnífica para todo tipo de lector, pero más si cabe
para el joven, inmerso en una vida donde reina la inmediatez, donde la ansiedad
aflora si no se consiguen resultados inmediatos. Y esta novela consigue
justamente eso, que toda información aparecida sea crucial en el devenir de la
historia.
Morirás
en Chafarinas es una
historia policiaca, de novela negra, una historia de aventuras protagonizada
por dos jóvenes en el ya extinto servicio militar. Los sucesos ocurren durante
una tarde de domingo en la que nuestro protagonista, un cabo oficinista (merced
a su buena destreza con la máquina de escribir), está de guardia. Júdez, uno de
sus compañeros de labor –concretamente en la garita de los jardines- abandonó
su puesto, disparó al centinela de la garita del aparcamiento y echó a correr
por Melilla abriendo fuego en la mezquita y suicidándose desde el minarete. Nuestro protagonista es testigo presencial de la
muerte y por ello ha de dar continuas explicaciones en el cuartel a los
superiores. Lo que parece como un suceso aislado por consumo de drogas (pues se
encuentra una jeringuilla en la garita que vigilaba el fallecido) pasa a ser el
inicio de una serie de muertes que tienen un hilo conector.
Al día siguiente Moliner, un soldado que estaba en
los calabozos, muere tras un ataque de locura que le llevó a golpearse hasta
acabar con su vida. El capitán Contreras llama al despacho a Cidraque,
compañero de celda del último muerto y le encomienda la tarea de investigar
dicha muerte a cambio de librarle de su pena. Pese a la confidencialidad de la
tarea, Cidraque se lo cuenta a nuestro protagonista y le invita a colaborar en
su investigación, pese a la reticencia de nuestro cabo. Inician su aventura por
la calles de Melilla y nuestro protagonista (que gracias a la película sabemos
que se llama Jaime Galdós) se entera de que el principal suministro de heroína de
la ciudad es una lavandería propiedad de dos de sus superiores. Su confidente,
un joven moro al que había ayudado el día anterior tras un hurto. Paso a paso,
día a día y a contra reloj los dos soldados van sumergiéndose en una trama que
tiene como principales sospechosos a dos de sus máximos jefes del cuartel,
Contreras y Gayarre.
La historia pega un vuelco cuando el capitán
Contreras exige a Cidraque olvidar la investigación, hecho que pese a suponer
en un principio un alivio a los dos implicados, no supone más que un acicate
para avivar la intriga. Ambos se valen de varios aliados (Medina, Zambrano,
Hassan…) para continuar la investigación de una historia que seguirá llevándose
a gente por delante (Villalba, Elisa) y que dará con los huesos de los dos
soldados en las Islas Chafarinas.
El final no hace más que aumentar las dudas y abrir
nuevas hipótesis no planteadas hasta el momento. Es por esto que el autor
Fernando Lalana escribió una continuación del libro llamado Conspiración
Chafarinas. En definitiva es un libro idóneo para el segundo ciclo de la
ESO por su trama intrigante y por el tema que trata. Es un acierto cómo el
protagonista cuenta sus hazañas en primera persona. Cabe recalcar que se trata
de una narración contada a posteriori. En la novela abundan las palabras
relacionadas a la mili como furriel, cetme, fusil terciado o tabor. En muchas
de ellas aparece la explicación al final de la página. Además, Lalana emplea
sutilmente expresiones propias de jergas juveniles y militares de la época como
son ‘pico’ (por cantidad de droga), ‘fetén’, ‘gachó’, ‘mecagüen’, ‘chopo’ (por
fusil) o ‘chaveta’.
Es una novela que logra con éxito que el alumnado
se identifique con los protagonistas, no sólo porque son jóvenes los
protagonistas sino también porque son ellos quienes persiguen a la autoridad (y
no al revés como suele suceder). Se podría hacer como actividad de prelectura
un ejercicio de redacción en el que comenten qué saben de la mili, si alguien
conoce qué son las Islas Chafarinas o ha estado en Melilla. También sería buena
idea como ejercicio de post lectura ver la película basada en la novela y
comentar las diferencias de ambos finales.
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