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martes, 13 de enero de 2015

Morirás en Chafarinas - Ramón Pérez

Morirás en Chafarinas es una novela publicada en 1990 por el escritor zaragozano Fernando Lalana con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 1991. Lalana es licenciado en Derecho, autor de otras novelas como El fantasma del Rialto, Hubo una vez otra guerra, El zulo o Scratch, y ha ganado en tres ocasiones el Premio Gran Angular. También ha colaborado con el diario El País donde publicó en varias ocasiones en el semanario infantil. Además, en 1995 trabajó como guionista en la película Morirás en Chafarinas, basada en su novela más aclamada, dirigida por Pedro Olea y protagonizada por Jorge Sanz, Óscar Ladoire y María Barranco. El autor también ha participado activamente en teatro como actor, productor e incluso director, principalmente en el Teatro Incontrolado de Zaragoza, del cual fue miembro fundador. Asimismo, realizó el servicio militar obligatorio en Melilla que, a la postre, le sirvió como fuente de inspiración de esta obra.
Morirás en Chafarinas cuenta la historia de un joven cabo (del cual se ignora por completo su nombre y apellidos) que está apurando su servicio militar en el acuartelamiento de Los Regulares en Melilla. Su periplo como un anodino soldado se ve salpicado en los últimos meses de servicio tras las repentinas muertes de dos de sus compañeros, las cuales encubren una trama sobre tráfico de heroína y que se ve obligado a investigar contra su voluntad por la insistencia de Cidraque, uno de sus compañeros de cuartel.
La historia comienza un domingo y termina al siguiente sábado, es decir la trama se desarrolla en una semana natural cuyos días forman los diferentes capítulos de la novela. Asimismo, cada capítulo está dividido en varias partes según lo exija el argumento; por ejemplo en el primer y segundo capítulo los títulos de los subcapítulos son nombres de personajes del cuartel, tras los cuales se les presenta mediante una breve descripción sin desvirtuar la trama. Este tipo de división interna de los capítulos supone una breve pausa para el lector, una técnica que se agradece tanto visualmente como para el desarrollo de una lectura óptima. Además, el hecho de que la historia se desarrolle en una semana natural no da lugar a que en la novela aparezcan momentos de tedio, lo que suelen llamarse páginas de relleno. El autor consigue brillantemente un ritmo trepidante, en el que la sucesión de hechos relevantes sea continua, en el que cada dato que se aporta no sea en balde. Pienso que esta característica es magnífica para todo tipo de lector, pero más si cabe para el joven, inmerso en una vida donde reina la inmediatez, donde la ansiedad aflora si no se consiguen resultados inmediatos. Y esta novela consigue justamente eso, que toda información aparecida sea crucial en el devenir de la historia.
Morirás en Chafarinas es una historia policiaca, de novela negra, una historia de aventuras protagonizada por dos jóvenes en el ya extinto servicio militar. Los sucesos ocurren durante una tarde de domingo en la que nuestro protagonista, un cabo oficinista (merced a su buena destreza con la máquina de escribir), está de guardia. Júdez, uno de sus compañeros de labor –concretamente en la garita de los jardines- abandonó su puesto, disparó al centinela de la garita del aparcamiento y echó a correr por Melilla abriendo fuego en la mezquita y suicidándose desde el minarete. Nuestro  protagonista es testigo presencial de la muerte y por ello ha de dar continuas explicaciones en el cuartel a los superiores. Lo que parece como un suceso aislado por consumo de drogas (pues se encuentra una jeringuilla en la garita que vigilaba el fallecido) pasa a ser el inicio de una serie de muertes que tienen un hilo conector.
Al día siguiente Moliner, un soldado que estaba en los calabozos, muere tras un ataque de locura que le llevó a golpearse hasta acabar con su vida. El capitán Contreras llama al despacho a Cidraque, compañero de celda del último muerto y le encomienda la tarea de investigar dicha muerte a cambio de librarle de su pena. Pese a la confidencialidad de la tarea, Cidraque se lo cuenta a nuestro protagonista y le invita a colaborar en su investigación, pese a la reticencia de nuestro cabo. Inician su aventura por la calles de Melilla y nuestro protagonista (que gracias a la película sabemos que se llama Jaime Galdós) se entera de que el principal suministro de heroína de la ciudad es una lavandería propiedad de dos de sus superiores. Su confidente, un joven moro al que había ayudado el día anterior tras un hurto. Paso a paso, día a día y a contra reloj los dos soldados van sumergiéndose en una trama que tiene como principales sospechosos a dos de sus máximos jefes del cuartel, Contreras y Gayarre.
La historia pega un vuelco cuando el capitán Contreras exige a Cidraque olvidar la investigación, hecho que pese a suponer en un principio un alivio a los dos implicados, no supone más que un acicate para avivar la intriga. Ambos se valen de varios aliados (Medina, Zambrano, Hassan…) para continuar la investigación de una historia que seguirá llevándose a gente por delante (Villalba, Elisa) y que dará con los huesos de los dos soldados en las Islas Chafarinas.
El final no hace más que aumentar las dudas y abrir nuevas hipótesis no planteadas hasta el momento. Es por esto que el autor Fernando Lalana escribió una continuación del libro llamado Conspiración Chafarinas. En definitiva es un libro idóneo para el segundo ciclo de la ESO por su trama intrigante y por el tema que trata. Es un acierto cómo el protagonista cuenta sus hazañas en primera persona. Cabe recalcar que se trata de una narración contada a posteriori. En la novela abundan las palabras relacionadas a la mili como furriel, cetme, fusil terciado o tabor. En muchas de ellas aparece la explicación al final de la página. Además, Lalana emplea sutilmente expresiones propias de jergas juveniles y militares de la época como son ‘pico’ (por cantidad de droga), ‘fetén’, ‘gachó’, ‘mecagüen’, ‘chopo’ (por fusil) o ‘chaveta’.
Es una novela que logra con éxito que el alumnado se identifique con los protagonistas, no sólo porque son jóvenes los protagonistas sino también porque son ellos quienes persiguen a la autoridad (y no al revés como suele suceder). Se podría hacer como actividad de prelectura un ejercicio de redacción en el que comenten qué saben de la mili, si alguien conoce qué son las Islas Chafarinas o ha estado en Melilla. También sería buena idea como ejercicio de post lectura ver la película basada en la novela y comentar las diferencias de ambos finales.

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