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viernes, 16 de enero de 2015

El hombrecito vestido de gris de Fernando Alonso por Tamara López Penalva

Leer El hombrecito vestido de gris sin atender a la formación literaria de Fernando Alonso, repleta de relatos tradicionales de transmisión oral, e impregnada de su perspectiva moral y humanista de la vida, nos haría entender esta obra como un conjunto de cuentos destinado para niños, como tantos otros que existen en el mercado. Sin embargo, conocer las pasiones más importantes de la vida del autor, como que siempre ha luchado por “conseguir y realizar todas las cosas que soñaba y me gustaría que también los demás pudieran hacerlo”, nos ayudan a leer y entender este conjunto de cuentos como una lucha anímica para alentar a todos los lectores que a él se acerquen, sean niños o adultos, a alcanzar sus sueños y entender ciertos aspectos humanísticos y morales muy importantes. Fernando Alonso desea de sus libros que “también sean útiles a los lectores; que sirvan para animarlos a seguir leyendo; que los impulsen a conocerse mejor y a quererse más; que dibujen entusiasmo en su mirada y que les ayuden a pensar que no están solos”
De este modo, en El hombrecito vestido de gris encontramos ocho cuentos cortos que siguen el esquema de narración oral tradicional, y aunque cada uno presenta una temática distinta, todos terminan con una pequeña moraleja o intención humanística que hace reflexionar al lector y sentirse animado a luchar por sus sueños. Por ello, podemos decir que el tema principal de estos cuentos es la esperanza humana de vivir felizmente y alcanzar aquello que nos proponemos, sea fácil o difícil.
Así, encontramos en ellos lecciones humanas muy importantes. En el cuento El barco de plomo, Alonso muestra una lección, consejo o moraleja poco difundida hoy día, que es la de sentirse útil o hacerse valer entre la multitud de seres y cosas que nos rodean. Aunque lo ejemplifica con un ser inerte como un barco de plomo, en el cuento éste es un ser vivo con sentimientos, y al saber que sirve para algo se siente feliz por primera vez en su vida. El autor lo muestra así de bien:
Entonces, llegó el hombre que sabía hacer muchas cosas con sus manos y dijo:
-          Este barco sólo es de adorno. No puede flotar.
Y lo puso encima de una mesa.      El barquito de plomo se sintió feliz.
¡Servía para algo!
Y servir para algo es importante
Encontramos la misma moraleja en El barco en la botella, aunque a través de una historia repleta de coincidencias entre elementos (barcos>cristales>desagües>alcantarillas>mar…):
Y, a partir de aquel momento,
en que sabían qué era cada uno
y para qué servía cada cosa, pudieron
comenzar una vida nueva,
sincera y libre.
En El viejo reloj, el consejo emitido es el de transformarse y cambiar para adaptarse a las variaciones del tiempo. A través de la historia de la evolución de los números de un viejo reloj, el autor nos hace comprender que:
Todos los números habían crecido, se habían transformado, para adaptarse a su nueva vida. 
Una de las lecciones más repetidas en la historia de la literatura y en la propia vida de Fernando Alonso, es la de la libertad de expresión frustrada por la prohibición, impuesta por seres injustos y amargados. Este hecho se da en el primer cuento del libro (El hombrecito vestido de gris) y en el penúltimo (El espantapájaros y el bailarín) La posición en primer y penúltimo lugar (son los cuentos que más se recuerdan, el primero y los dos últimos) de estos cuentos con esta temática, probablemente se haya realizado así por el autor a modo de grito por la libertad, ya que es lo que permite que este autor haya podido escribir y divulgar estos cuentos. Mientras que en el primero quedaba prohibido cantar, en el segundo quedaba prohibido bailar, expresiones muy importantes del cuerpo y del alma, ya que a través de ellas expresamos ideas y sentimientos.  Los personajes protagonistas de estas obras (un hombrecito vestido de gris y un espantapájaros bailarín) consiguen alcanzar sus sueños (cantar y bailar) enfrentándose a los seres injustos que les prohíben realizar lo que desean, no obstante, se ven ayudados por personajes secundarios que les hacen más fácil esa lucha y consecución de lo deseado, y que pueden interpretarse como padres, amigos, hermanos, o personas que aparecen por casualidad en nuestras vidas.

Todos estos cuentos repletos de moralidad están escritos con un estilo sencillo, directo, cercano a la oralidad y a la tradición. Nos envuelven perfectamente en un ambiente infantil rodeado de cariño y fuerza paternales y de ánimo para luchar por nuestros sueños. Y aunque todos los personajes e historias presentadas en ellos son ficción, el mensaje que cada una de ellas transmite es muy útil e incluso necesario para la vida real.

Por la estructura y temática empleada para narrar estos cuentos, pienso que el lector ideal para ellos sería el niño de entre 7 y 12 años, y el adolescente de entre 12 y 14 años,  ya que los personajes que en ellos aparecen son bastante ficticios y viven en un mundo imaginario que, no obstante se aproxima al real, y para ellos supondría el conocimiento de otros mundos y lecciones útiles para la vida. Los lectores jóvenes de entre 15 y 18 años pueden desechar estas historias por presentar personajes ficticios propios de las películas infantiles, sin embargo, creo que una vez se introdujesen en ellas simpatizarían con los personajes y acabarían entendiendo la historia y su moralidad perfectamente, por ello creo que puede ser una lectura ideal para cualquier tipo de lector. 

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