Caperucita en Manhattan, Carmen Martín Gaite
(Patricia Pastor Buades)
Caperucita en
Manhattan, nos abre las puertas
a una nueva y más modernizada versión del tradicional cuento recogido por
Charles Perrault y posteriormente adaptado por los hermanos Grimm. En esta
ocasión es Carmen Martín Gaite la encargada de adentrarnos en una Caperucita más actual y deformada por la
época. Sara Allen es una niña de diez años con mucha imaginación, pero también
muy inteligente, que vive en el barrio de Brooklyn con sus padres: su padre es
fontanero y su madre cuida ancianos, aunque su pasatiempo favorito es el de
cocinar, en especial, tartas de fresa de las cuales se siente orgullosa por su
riquísima receta. Todas las semanas, madre e hija emprenden un viaje hacia Morningside,
en Manhattan, para llevarle la tarta a su abuela Gloria Star, antigua cantante
y bailarina famosa. Un día, su madre no puede acompañarla porque ha fallecido
un familiar, y la niña –desobedeciéndola- hace el trayecto ella sola hacia casa
de su abuela, viajando en metro donde se encontrará con el personaje de Miss
Lunatic y paseándose por Central Park, el bosque moderno del cuento, donde
conocerá al lobo feroz, Edgar Woolf.
Al ser un relato basado en la historia de Caperucita Roja, se pueden encontrar una
serie de paralelismos muy bien acertados con este cuento: tanto por su carácter
como por su ropa, Sara se convierte aquí en la Caperucita del cuento ya que
lleva un impermeable rojo y una cesta de mimbre con la tarta para su abuelita
–características que, por cierto, llaman la atención a Miss Lunatic, por lo que
decide hablar con ella-; la abuelita a quien la pequeña adora y va a visitar
siempre alejada de su casa; su madre sobreprotectora que la avisa de todos los
peligros con los que se puede encontrar fuera de su casa; y Edgar Woolf, como
su propio apellido ya nos indica, que jugaría el papel de lobo que engaña por
el camino a la niña para llegar antes a casa de la abuela y quedarse y bailar
con ella (y con la receta de la tarta de fresa, que es lo que quiere en
realidad en esta versión). Igualmente, se ha imitado a la perfección algunas
escenas o paisajes del cuento como es Central Park en lugar del bosque donde
Caperucita se encuentra al lobo o la separación y el viaje en solitario de la
niña desde su casa hasta la casa de su abuelita.
El único problema que puede causar una duda o
ambigüedad en el lector es el del personaje de Miss Lunatic o Madame Bartholdi,
ajeno a este cuento pero original de la pluma de Martín Gaite. No hay que pasar
por alto este personaje, puesto que a pesar de su extravagancia y misterio que
lo envuelve, esta mujer representa el tema principal que la autora ha querido
darle a la obra: la libertad. Ella y la abuela representan para Sara esa
libertad que ansía tanto ella como todos los adolescentes en esa etapa de su
vida: por una parte, la abuela es una mujer que vive sola, sin ataduras, con
varios amantes a lo largo de su vida, con ganas de divertirse en el bingo,
bebiéndose una copa o paseando sin preocupaciones; por otra parte, Miss Lunatic
es la imagen –real, fantástica y metafórica- de esa Estatua de la Libertad que
tanto ha admirado Sara en su libro y por su ventana. Así, la protagonista se da
cuenta de que el mundo real no le gusta, por lo que deja volar su imaginación e
inventa palabras llamadas por ella misma, “farfanías”, donde se juntan ambos
mundos.
De la misma manera, en la obra podemos encontrar una
serie de temas o guiños que acercan al adolescente de hoy en día a la lectura
de la novela. En primer lugar, los lectores se pueden sentir identificados con
la sobreprotección y la exagerada preocupación de la madre de Sara por su hija,
pueden ver las disputas diarias por la noche entre los padres de la niña, o
pueden sentirse emocionalmente iguales a ella, inventándose palabras (como
“miranfú”) y dejándose llevar por la imaginación.
El estilo de la novela es sencillo y, aunque cuenta
con bastantes páginas, es fácil de leer gracias al léxico y al registro
empleado a lo largo de sus líneas. Cuenta además con mucho diálogo, por lo que
la historia se desarrolla a partir de la voz de los personajes y esto hace más
llevadera y atractiva la historia. Asimismo, la estructura del relato es
bastante sencilla y se divide en dos partes perfectamente separadas: en la
primera, la acción se reduce al planteamiento del cuento y a describir el día a
día de Sara y de los demás personajes que aparecen en la historia; sin embargo,
en la segunda parte es cuando empieza la acción verdadera y la historia cambia
de rumbo hacia un desenlace fantástico que llevará al lector a encontrarse con
personajes del cuento como el lobo feroz o la abuelita, pero también con
personajes propios de esta historia y ajenos al cuento como es el de Miss
Lunatic. Y a su vez, la obra presenta la estructura propia de los cuentos que
facilita su lectora: así, cuenta con una introducción bien clara (de los capítulos
uno a cinco), un nudo (de los capítulos seis a doce) y un desenlace (capítulo
trece) que la autora decide mantenerlo abierto con el fin de mantener la
atención del lector hasta el último instante y dejándole reflexionar sobre el
posible final que pudiera tener la historia.
A esto se le puede añadir también las referencias
que hace muchas veces la autora a otros cuentos como el de Robinson Crusoe de Daniel Defoe o el de Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll, dándole a su
obra un contexto donde la protagonista vive, además de la de Caperucita Roja, cualquier historia
fantástica. La escena que quizás nos pueda recordar más a este último otro
relato, es el propio final de la obra de Martín Gaite donde Sara se adentra por
el pasadizo fantástico que la llevará, en lugar del País de las Maravillas, al
mundo de la Estatua de la Libertad. Estas referencias pueden servir igualmente
al alumno para formarse un universo literario a partir de una sola obra.
Finalmente, y a modo de conclusión y opinión
personal, se puede decir que Caperucita
en Manhattan resulta una obra nueva y
enriquecedora del tradicional cuento que todo el mundo conoce ya de Caperucita Roja, con un acercamiento a
esa Nueva York del siglo XX que hace que la historia pueda acercarse a
cualquier ciudad o rincón del mundo y a cualquier edad. El tema de la libertad
que incluye en esta ocasión la autora puede causar algunas dudas o ambigüedades
en el lector a la hora de interpretar la obra, y más cuando nos estamos
refiriendo a alumnos de la ESO. Sin embargo, con una puesta en común y un
debate acerca de este tema y del final de la obra tras su lectura, se podrían
resolver sin ningún problema todas las dificultades que hayan podido surgir a
lo largo del proceso lector. Además, al tratarse de una historia con final
abierto, se podría utilizar este elemento para trabajar con los alumnos nuevas
opciones de creación textual aplicadas a este capítulo y como método de
reflexión sobre la construcción de adaptaciones de los cuentos tradicionales.
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