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martes, 13 de enero de 2015

Voces en el parque (Laura Almodóvar)

Sin duda, Anthony Browne sabe cómo enfocar ciertas reflexiones captando la total atención del lector, y sobre todo, mostrando un tierno cuidado en cada uno de sus álbumes ilustrados. Con casi cuarenta títulos publicados, Voces en el parque, de apariencia sencillo y fácil de leer, va mucho más allá. No sólo se trata de un cuento mediante el cual disfrutar de un gran número de esmeradas ilustraciones, y de una historia entrañable, sino también de una excelente enseñanza: la solidaridad. Y claramente, este valor podremos compartirlo con aquellos niños y jóvenes que lean el libro.

Observamos que el cuento cuenta con tres partes bastante diferenciadas, pero a su vez, son cuatro partes bifurcadas en cuatro vías distintas, que en el transcurso de la historia se juntarán, ¿y dónde se dará esta unión? En el parque.

A simple vista, el cuento comienza con el paseo de una madre, su hijo Carlos y Victoria, la perra de estos, por un parque cercano. Allí, coincidirán con Mancha, su padre y su perro, Alberto. Es aquí donde emergerá una hilada trama de las cuatro vías de las que hablábamos, las cuatro voces que le aportarán al lector diversos puntos de vista sobre un mismo hecho. Ésta es la genialidad del cuento, el estudio de cómo, en el día a día, depende todo de la forma en la que se interpreten las cosas y el color que se le dé. Circunstancias, situaciones, reflexiones…, en resumen, diferentes maneras de vivir la vida que el autor deja caer marcando con fuerza cada palabra del texto.

Por supuesto, cabe destacar las ilustraciones del álbum, el colorido, la forma de moldear las distintas estaciones del año, las sombras, las metáforas camufladas, la autoridad de la madre siempre presente mediante los sombreros, los árboles, el disfrute de los dos perros… El modo de expresar el recelo, la nostalgia, la ilusión y la alegría plasmada en las cuatro voces, en nuestros cuatro protagonistas.

En la primera voz, que pertenece a la madre de Carlos, se muestra cierto atisbo de superioridad. No acepta el hecho de que su hijo se mezcle con Mancha, por ser hija de un señor pobre (la cuarta voz) y por cuestión de prejuicios sociales. No se da cuenta de que, por su afán de ser así, no disfruta de la estancia en el parque, no disfruta de la vida. En cambio, la fácil relación de los perros, la amistad que surge entre ambos niños, o la felicidad que emerge del padre de Mancha, a causa del disfrute en el parque, es un buen enfoque para mostrarnos el modo de interpretar las situaciones por parte de cada persona.

Como decía, la segunda voz es la de Carlos, quien sólo se preocupa por disfrutar, aunque tenga que aceptar que la autoridad de su madre le interrumpa sus juegos. Esa tarde, triste y solitario, tendrá que volver a su gran casa bajo las órdenes de su madre.
Mancha, la tercera voz, valora de una forma espléndida la amistad que acaba de hacer con Carlos. Relata de forma entusiasta la tarde que ha pasado en el parque, aceptando que su familia no atraviesa buenos momentos económicos, pero, como niña que es, se merece la felicidad que le ha aportado Carlos.

En definitiva, se trata de una grata reflexión para los jóvenes lectores, ya que podrán ver cómo hay personas que, aun teniendo pocos recursos, son felices y disfrutan plenamente con ello. En cambio otros, ya sea por restricciones de sus superiores, o por propios prejuicios morales y sociales, simplemente se preocupan por sí mismos y por el bienestar de los suyos, sin tener en cuenta que los valores existen en cada persona y están siempre presentes. Las apariencias muchas veces engañan.

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