MEMORIAS DE UNA VACA
de Bernardo Atxaga
Atxaga, Bernardo (1992). Memorias de una vaca, Madrid, SM,
Colección Barco de Vapor, 176 págs. La presente obra, originalmente escrita en
euskera por Bernardo Atxaga, fue traducida al castellano por Aránzazu Sabán.
Escondido tras el
pseudónimo “Bernardo Atxaga” se encuentra el guipuzcoano Joseba Irazu
Garmendia, nacido en Ateasu (Guipúzcoa) a mediados del siglo XX (1951). Tras
desempeñar a lo largo de su juventud multitud de trabajos —tan variopintos como
el libro que vamos a reseñar—, acabó por erigirse como una de las figuras más
representativas de la literatura en lengua euskera. Entre las obras que lo
configuran como uno de los creadores más originales se encuentran Poemas & Híbridos, Cuentos apátridas o Dos hermanos. Asimismo, cosecha una multitud de premios, como el de
la Crítica por Dos hermanos (1985) o
el Premio Nacional de Narrativa por Obabakoak
(1989).
El acercamiento del
escritor al tratamiento de la Guerra Civil española, centrada en el País Vasco,
tuvo su influjo en varios y diversos factores, pero destaca, sobre todo, la lectura de El abrazo de los muertos (1970) de Jose de Arteche, que acabó por
convertirse para el autor en la mejor novela escrita sobre el devastador
momento histórico. Su propósito, pues, al escribir Memorias de una vaca, era, principalmente, dar cuenta de la
deplorable situación a la que tuvo que hacer frente la sociedad, así como el
silencio, el miedo, la ceguera y la lucha. Para ello, entregó su voz a un
personaje, cuando menos, peculiar, que narra sus vicisitudes con un lenguaje
plagado de ironía, toques de humor y un repertorio de proverbios vacunos que arrancan
sonrisas y también reflexiones al lector.
Mo, la vaca nacida en
los bosques de la casa Balanzategui, rememora y cuenta su propio viaje; un
viaje que trasciende por los derroteros de la Guerra Civil y que acaba por
llevarla desde el centro del problema e inicio de sus días, hasta el convento y
el, cada vez más próximo, final de su larga existencia. En el transcurso de
estas aventuras que suman un total de 176 páginas (aprox.), conocemos a un
conjunto de personajes que forman parte, de manera irremediable, de las
memorias de nuestra vaca vasca. Sumida en la apaciguada vida que llevan todas
las vacas de Balanzategui se mantiene al margen de los extraños sucesos que
tienen lugar en las inmediateces de su hogar. Sin embargo, empujada por su voz
interior, El Pesado, así como por La Vache —una vaca con espíritu de jabalí—,
acabará por despertar de la ensoñación de la que había sido presa, y la
estupidez que le había nublado el entendimiento dará paso a una revelaciones preocupantes
sobre el devenir de los acontecimientos. Una vez desvelados todos los secretos
de su casa y sus amos, y después de que
estos sean presos por ofrecer sustento al bando enemigo, Gafas Verdes —el villano de la historia— cede a dos de sus hombres las
propiedades de los Balanzategui. Esto supondrá la huida de Mo y La Vache del
lugar, lo que acabará con la incorporación de La Vache a una manada de jabalíes
y con el encuentro de nuestra protagonista con Pauline Bernardette, la monja
que la cuidará de ese momento en adelante.
La historia se organiza
en nueve capítulos más un glosario en el que se aclaran algunas de las
cuestiones idiomáticas o culturales que han podido no entenderse durante la
lectura. El primero de los capítulos es introductorio: se presenta a Mo y al
Pesado y, a su vez, se revela el porqué de la escritura de las memorias. La
sucesión de los capítulos siguientes —del 2 al 8— constituyen el núcleo de la
historia: el nacimiento de la va, su crecimiento en el establo de Balanzategui,
el descubrimiento de los secretos de sus amos y la huida final. En el último de
los capítulos, regresa al momento presente y hace un reflexión sobre el decurso
de su vida, convirtiéndose este capítulo, así, en la conclusión del libro. Por
consiguiente, Memorias de una vaca presenta una estructura clásica organizada
en introducción, desarrollo y desenlace.
En cuanto a los
aspectos que trata la obra, y que hemos dejado entrever a lo largo de toda la
reseña, destacan el afán de libertad (la propia Mo quisiera huir de su voz
interior en ocasiones), de la búsqueda de uno mismo (como ocurre con La Vache),
de renunciar a la ignorancia (abandona el pensamiento popular —el del resto de
las vacas—y apuesta por el suyo propio), de las aventuras y las desventuras, de
la amistad, de la reflexión y la historia del hombre que se materializa en la
historia del animal.
Para concluir, a modo
de valoración personal, considero que se trata de una obra que, gracias a una
originalidad cada vez más inusual, plantea la problemática de la Guerra Civil
desde la incertidumbre que sobre ella podría sentir cualquier persona, pero, y
sobre todo, cualquier niño o joven. Su estilo sencillo, y el humor que
desprende, sumerge al lector en una historia dibujada sobre la libertad de
pensamiento. Es por estos motivos, entre otros, por lo que considero que se
trata de una novela perfecta para acercar a nuestros alumnos a una realidad
histórico-social que no queda tan lejos como tantas veces intentamos hacer ver.
Pero, además, les otorgaremos una historia diferente con personajes peculiares
y un escenario en el que podrán dejar volar su imaginación más allá de las
fronteras de la lectura informativa.
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