Campos de fresa
La adolescencia es una etapa complicada, no solo para los niños que dejan atrás su infancia, sino para los profesores, que deben afrontar este periodo con la idea de ayudar a asimilar todos los cambios que se pueden producir en ellos. Campos de fresa de Jordi Sierra i Fabra plantea uno de los problemas que más preocupan a los padres: las drogas. Emili Teixidor (1995) afirma rotundamente que leer literatura es fundamental para el desarrollo personal de los adolescentes y en esta base se apoyan novelas como la que estamos tratando en esta reseña.
Luciana tiene una vida normal: novio, amigos, estudios… Sin embargo, un sábado noche decide tomarse una pastilla en la discoteca a la que va con su grupo de amigos. Su cuerpo no la tolera y entra en un grave coma del que solo podrá salir si encuentran el tipo de droga que le suministraron. A esta tarea se pone Eloy, su novio, que comienza una intensa búsqueda del camello que se tropezó con Luciana. Esta responsabilidad genera en él la necesidad de madurar ante lo ocurrido y, por ello, el proceso que encontramos en la obra hasta que, finalmente, se resuelve todo es un ejemplo de crecimiento personal del protagonista. Además, Eloy se va encontrando con numerosas tentaciones a las que están expuestos los jóvenes de hoy en día y, por tanto, intenta concienciar de las consecuencias que tienen.
Estamos ante una novela muy atractiva para trabajar en el aula de 3º de Secundaria, puesto que no solo la trama principal es interesante, también tenemos los conflictos de otros personajes como la mejor amiga de Luciana, Loreto, que está luchando para vencer la bulimia. Además, tenemos la actitud de los amigos que están en la discoteca cuando se toma la pastilla, un punto que podemos utilizar para abrir un debate en una de las sesiones de post lectura. Todos los personajes, en definitiva, pueden servirnos de excusa para ahondar en las opiniones que tienen los alumnos sobre el tema: qué harían si fueran los padres, ¿y el novio?, ¿dejarían a un amigo tomar droga? y un largo etcétera cargado de reflexiones. Este tipo de actividades, como añadido, ayudan a trabajar la empatía de nuestros jóvenes adolescentes, ya que deben ponerse en la piel de más de un personaje para contarnos cuál sería su actitud.
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