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domingo, 18 de enero de 2015

El polizón del Ulises, de Ana María Matute. Por Jesús Muela Bernabéu

Esta obra es considerada de iniciación: la historia gira en torno a un niño, de nombre Jujú, el cual es abandonado después de su nacimiento frente a la puerta de una casa. En dicho domicilio viven tres señoritas, Etelvina, Leocadia y Manuelita, las cuales aceptarán al retoño en su familia y le educarán para que pueda tener provecho en el futuro. Una vez ya se ha convertido en un muchacho, Jujú adopta el rol de muchacho trabajador, sincero, obediente... pero también algo entusiasta y soñador, como corresponde a su edad. Esta fantasía se verá reflejada en el desván de la casa, que transformará en su velero particular, bautizado como el Ulises.

Resulta de vital importancia para la comprensión de la obra atender a este hecho, pues, además de comprender parte del título del libro, el desván que ha sido transformado por Jujú será el protagonista de gran parte de la aventura, puesto que el niño pasará allí grandes períodos de tiempo, acompañado de animales, a los cuales el niño considerará sus únicos amigos. Estos animales son personificados por el niño, que les pondrá nombre: un perro negro llamado Contramaestre, un gallo llamado Almirante Plum y, finalmente, una perdiz adiestrada por la tía Leocadia, llamada señorita Florentina.

El desván, lugar cotidiano donde se guardan los objetos, se ve convertido en un velero en el cual Jujú es el capitán, y en él los participantes viven aventuras inventadas por el propio muchacho, a las cuales se sumará un nuevo miembro, el “polizón”. Una vez el muchacho cumple 14 años, una noche de especial frío, el muchacho es enviado al cobertizo para recoger más leña, es entonces cuando se encuentra con un hombre, herido y enfermo, el cual atrapa al perro y amenaza con matarle si no le trae víveres y vendas. El chico, asustado, se apresura a obedecer, y finge estar enfermo para que sus tías le traigan lo necesario. Una vez conseguido esto, aloja al desconocido en el desván, proporcionándole comida y refugio, puesto que se descubre que su invitado es un prófugo de la justicia.
Esta relación, que empieza siendo tensa y dolorosa (el hombre amenaza con matar a uno de los mejores amigos del muchacho), prospera de forma notable, ya que el hombre comienza a contar al chico anécdotas y viajes por el mundo mientras se recupera. El muchacho, anhelante de nuevas experiencias, le ruega ir con él una vez se recupere, dado que el hombre afirma ser marinero. El muchacho quiere mucho a sus tías, pero considera que la vida rural no está hecha para él, y desea salir a ver mundo y a vivir las aventuras que él mismo imaginó a los mandos de su Ulises. El hombre, confiado ante el hecho de que el niño no le ha delatado, acepta llevarle con él, quedando en la cabaña donde se encontraron por primera vez para la escapada. Una vez el muchacho llega, se da cuenta de que el hombre le ha engañado, y decide ir a vengarse de él. Decidió lanzarse al río para atravesarlo, pero este era bravo, y comenzó a ahogarse. El hombre, que no estaba lejos de allí, escuchó los aullidos del perro y se lanzó raudo a salvarlo. Acto seguido, lo llevó a su casa y le dejó una carta, en la cual profesaba el valor del muchacho y reafirmándolo como capitán del velero Ulises, alegando que sus tías y el propio barco lo necesitaban. Debido a esto, el hombre fue capturado por la guardia. Finalmente, el muchacho, decidió quedarse en la casa siguiendo el consejo del prófugo, afirmando que se sentía <<más alto, más fuerte y más sabio>>.

Esta obra posee una gran utilización como introducción a la lectura puesto que, además de explicar una trama sencilla con un final adecuado, consiste en un compendio de valores que los lectores más jóvenes pueden aprovechar. En esta lectura entran en juego valores como la solidaridad, la fuerza y el valor de la imaginación como herramienta, el amor y el respeto hacia los animales, la justicia, los sentimientos... A su vez, cada personaje nos muestra un elemento que, siendo unidos, configuran al personaje de Jujú: sus tías le enseñaron, entre otras cosas, la lectura y la escritura, buenos modales, amor a la naturaleza, el valor del trabajo, el oficio, etc. Por otro lado, dejando de lado la brusca aparición del prisionero y el dejarle tirado cuando quedaron en escapar juntos, demuestra ser buena persona cuando, sin tener que hacerlo, se lanza a salvar al muchacho al río, aún a sabiendas de que por ello sería descubierto por la guardia y capturado. En este caso, se aprecia el sentimiento de justicia, pero no de justicia de la guardia, sino que el hombre decide llevar al muchacho a su casa a pesar de ponerse en peligro. El lector puede apreciar valores como la tolerancia, el respeto, el amor y la estima de uno mismo y ajena, elementos que parecen ser diezmados cada día y que tan importantes consideramos para la formación (y consolidar el hábito lector) de los jóvenes.


Para finalizar, me gustaría expresar mi opinión personal sobre el libro en cuestión. Personalmente, el libro me ha resultado muy provechoso, debido a que el contexto en el que está sumergida la historia me interesa mucho. Además, como lector experimentado, me gusta la forma que presenta Ana María Matute en enganchar al receptor del libro a través de la fantasía de un muchacho que transforma un simple desván en un velero en el cual, con sus amigos animales, vive aventuras extraídas de su pura imaginación. Esto obliga al lector a estar pendiente en la historia, además de que es muy difícil no simpatizar con el muchacho debido a la inocencia que presenta en su infancia, y permite disfrutar de la lectura de una obra sencilla, interesante y provechosa, de cara al público infantil y juvenil. Es un buen libro para comenzar a desarrollar ese hábito lector en los jóvenes, en mi opinión. 

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