Esta obra fue escrita por Fernando Lalana, escritor no vocacional
nacido en Zaragoza en 1958. Publicada en 1990 por Ediciones SM fue, cinco años más tarde, llevada al cine con el
mismo título. El film fue dirigido por Pedro Olea, con guion de Fernando Lalana
y el propio Olea. La obra obtuvo en 1991 el Premio
Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. En 1999 el autor publicó una continuación
llamada Conspiración Chafarinas.
La historia gira en torno a las sospechosas muertes de unos soldados de
remplazo en el cuartel de Melilla. Las muertes tienen en común el consumo de
heroína, que conduce a sus consumidores a actuar de forma enajenada,
llevándolos a la muerte. Dos cabos de reemplazo serán los encargados de
averiguar el porqué de dichas muertes y desenmascarar a los culpables que se
ocultan tras ellas. Ambos protagonistas se adentrarán en el peligroso mundo del
tráfico de drogas y vivirán emocionantes, a la par que arriesgadas, aventuras
para llegar al final de la misteriosa trama.
El título ya nos da una pista de lo que ocurrirá, ya al final de la
novela, en las Islas Chafarinas. De hecho, más concretamente, el protagonista
piensa para sí mismo en esta misma isla: « […] Vas a morir aquí, en Chafarinas,
[...]», de cuya frase se podría decir que el autor sacó el título de la novela.
Islas Chafarinas |
El texto Morirás en Chafarinas
nos narra una historia a caballo entre el género de la novela negra y la de
aventuras. La historia es contada de forma cronológica por el protagonista, que
es a su vez un narrador en primera persona. La trama, que tiene lugar en un
cuartel de Melilla, se desarrolla en
torno a unas extrañas muertes de soldados de remplazo a causa de su adicción a
la heroína. Ya en las primeras páginas –los primeros cuatro capítulos– ocurren
una serie de circunstancias que son las que disparan las emocionantes aventuras que se sucederán a
lo largo de la historia. El escritor las desarrolla de manera tan ágil y las
desarrolla de forma tan vertiginosa que consigue enganchar al lector
inmediatamente.
El autor utiliza el texto sangrado para realizar descripciones perfiladas
de personajes, lugares o entornos. La primera que encontramos es la del
teniente coronel Fonseca (pág. 34). La segunda es sobre la avenida del
Generalísimo en Melilla (pág. 52). En la tercera nos describe las emociones que
provoca la partida de un barco (pág. 120). En la cuarta habla del pequeño navío
Virgen de África, con el que se
trasladan a las Islas Chafarinas (pág. 151). La siguiente es una descripción
geográfica de la isla de Isabel II, la única habitada y una de las tres islas
que forman las Islas Chafarinas (pág. 153). Por último, se refiere a esta misma
isla, pero esta vez describe el ambiente y las instalaciones (pág. 154).
El libro consta de 205 páginas y no dispone de prólogo, lo cual a veces
se agradece para no empezar a leer una historia con la influencia de ideas
ajenas. La historia transcurre en siete
días. Cada capítulo corresponde a un día de la semana, la cual empieza en
domingo y termina en sábado. A su vez cada capítulo se divide en apartados: el
primer capítulo –Domingo de guardia–
tiene siete apartados; el segundo –Lunes triste– otros siete;
el tercero –Martes de carnaval– seis; el cuarto –Miércoles de ceniza– es el más corto con tres apartados; el
quinto –Jueves lardero– seis; el sexto –Viernes de Dolores– cinco; el séptimo y
último –Sábado de Gloria– es el más
extenso con quince. Finalmente contiene un Epílogo donde el narrador
explica al lector todo el intríngulis de la historia. Termina por contar, en
unas breves líneas, la situación del protagonista pasados siete años, con la
que el escritor demuestra su habilidad para dejar la novela abierta.
Los conocimientos militares adquiridos por Fernando Lalana tras su paso
por Melilla por tener que realizar el servicio militar obligatorio, influyen de
manera directa en la obra. El autor nos narra con todo lujo de detalles los lugares
y calles de Melilla, y por supuesto, nos presenta todas las funciones y
protocolos que se llevan a cabo en el estricto entorno militar. Para ello, el
estilo que utiliza es un lenguaje informal, el que no duda en mostrar con sus
dicciones correspondientes. El autor, para ajustarse a la forma de dar las
órdenes en el ejército, une algunas palabras como: «Soldadosss, vivaessss….
¡paña!» (pág. 45), o «peeme» (pág. 135) que hace referencia a la Policía
Militar. O las acorta como: « ¡Sente!» (pág. 146) para decir « ¡Presente!». El empleo
de algunos términos, tanto de la jerga militar como en el ámbito de las drogas,
obliga a que estos se expliquen a pie de página. Sin embargo, considero que
existen otros como «imaginaria» o
«tercio» que deberían explicarse igualmente y en cambio no se mencionan.
Puede que al no existir el servicio militar obligatorio el contexto de la
novela haya perdido un poco de fuerza, debido a que unos años antes todos
teníamos un hermano, primo o amigo que se iba destinado a un lugar remoto a
cumplir con sus obligaciones como ciudadano español. Esta circunstancia nos
acercaba, más o menos, a este mundo de «barrigazos» y «retenes».
Morirás en Chafarinas es una
obra que podemos utilizar perfectamente con nuestros alumnos a partir de tercer
curso. La historia, que desde un principio, incita a seguir la trama para, poco
a poco, recopilar información, enlazar hechos y lanzar hipótesis, hace que su
lectura no resulte pesada y que sea fluida. En este sentido ayudan la corta
extensión de los puntos que encontramos dentro de los capítulos. Puede que la
desaparición del servicio militar obligatorio haya alejado este mundo –tan
apegado antes a las nuevas generaciones– de los jóvenes actuales, pero de igual
modo, el tema de drogas y asesinatos, y
más dentro de un entorno militar, siempre despierta interés en la mayoría de
jóvenes lectores.
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