JIMÉNEZ, Juan Ramón, Platero y yo (1993), Editorial Cátedra, Madrid.
Juan Ramón
Jiménez Mantecón nació en Moguer, Huelva, el 23 de diciembre de 1881. Empezó
estudiando Derecho en la Universidad de Sevilla, pero nunca acabará sus
estudios, puesto que le atrajeron más las artes —literatura y pintura—. Su
familia no se opuso, sino que muy al contrario, le apoyaron.
En 1900 se
instala en Madrid, donde conoció a grandes poetas modernistas como Rubén Darío.
Tuvo varias crisis depresivas, por lo que su familia decidió ingresarle primero
en un sanatorio de Francia y luego en Madrid. En 1916 viaja a Estados Unidos
para casarse con Zenobia Camprubí Aymar. Cuando estalla la Guerra Civil
española (1936), marcha, junto a Zenobia, a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico.
Estando en este último país, Juan Ramón Jiménez fue galardonado con el Premio
Nobel de Literatura el 25 de octubre de 1956 en reconocimiento del conjunto de
su obra. El día 28 de este mismo mes, su mujer fallece, lo que desencadena la
soledad y la oscuridad de Juan Ramón Jiménez, recluido en su casa. El 29 de
mayo de 1958 muere el poeta, totalmente desolado.
Su trayectoria poética se suele dividir en tres
etapas: la etapa sensitiva (1898-1915), marcada por la influencia de Bécquer,
el Simbolismo y el Modernismo. Su poesía es emotiva y sentimental, donde se
vislumbra sensibilidad; la etapa intelectual (1916-1936), en la que emplea la
temática del mar como motivo trascendente. Desea alcanzar la eternidad a través
de la belleza y la depuración poética; y la etapa verdadera (1937-1958), que
recoge todo lo que escribió durante su exilio americano.
Respecto
a Platero y yo fue escrita en 1914 y ha
sido traducida universalmente. Es una obra complicada de clasificar, ya que
reúne dos géneros literarios: lírica y narrativa. Son relatos poéticos que
pueden leerse independientemente (aunque guardan un orden cronológico), pero
que juntos adquieren sentido para conformar una obra unificada. Los 138 relatos
revelan sensaciones, impresiones, reflexiones y recuerdos de Moguer en la etapa
infantil de Juan Ramón Jiménez.
La
obra presenta una estructura circular y cerrada, pues comienza en primavera y
termina en la misma estación del año siguiente. Durante este tiempo vemos cómo se
desarrolla la vida del narrador y su compañero Platero, un burrito «pequeño,
peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva
huesos», hasta que finalmente muere. En
la obra de Juan Ramón Jiménez cobran un papel fundamental tanto la amistad de
los protagonistas, como las descripciones poéticas, los escenarios y los
diálogos.
¿Qué
podemos hacer con esta obra en el aula? En primer lugar, acudir al enorme
material disperso en la red. Son muchas generaciones de lectores construyendo
lecturas y formándose a través de Juan Ramón Jiménez. Las propuestas de otros
docentes, las lecturas de otras personas, pueden ayudarnos a la hora de
realizar un acercamiento fresco y novedoso a un texto que ya ha cumplido 101
años desde su publicación.
En
mi opinión, debe ser el docente el que guíe la lectura. Si lo trabajamos en
primaria, no podemos plantearnos la lectura integral del texto. Se podría
trabajar a partir de los relatos que más se ajusten a cada nivel, para lo que
tendríamos en cuenta, ante todo, la pertinencia de motivos y temas que brindará
la lectura en clase. Si nos planteamos una lectura en secundaria o
bachillerato, la cosa cambia. Aquí sí será preciso tener un contacto más
profundo con la obra. En estos cursos pueden ser los mismos estudiantes quienes
seleccionen el relato que desean trabajar. Esto tiene sus riesgos (como que
cada alumno lea exclusivamente el relato que le corresponde), pero también sus
ventajas: si hay 138 relatos, y tenemos un promedio de 28 estudiantes, nos
aseguramos que tendrán un acercamiento bastante significativo a la obra.
La
distribución del trabajo en el aula puede ser la siguiente: 1) Lectura conjunta
de algunos relatos (por ejemplo: el 1, el 6, el 34, el 49, el 102, el 126 y el
138); 2) Asignación de relatos a trabajar, distintos a los que se han leído en
el aula; 3) Exposición oral de los estudiantes.
Se
trata de trabajar en paralelo a otras obras, ya que la forma de llevar a cabo
esta propuesta precisa de más sesiones que la lectura individual con su
correspondiente examen al término de un trimestre. No obstante, me parece más
interesante a la hora de acceder al texto esta otra. Los clásicos, si dejan de
ser leídos, corren el riesgo de desaparecer y Platero y yo, más a esas edades, corre el peligro de convertirse en
meras apreciaciones extraídas de wikipedia. Para evitarlo, lo mejor es que se
trabaje en el aula.
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