Platero y
yo
de Moguer, Andalucía. Es un destacado poeta y uno
de los más conocidos autores del movimiento literario que vivió la época de
Entreguerras. Este movimiento fue caracterizado por una gran sensibilidad
poética y la nostálgica. En 1956 fue galardonado con el Premio Nobel de
Literatura por la obra que hoy analizamos, titulada
En la obra, el narrador relata
sus historias con Platero, un burrito que le acompañó durante sus largas horas
de soledad en el pueblo natal del autor, Moguer. El protagonista, describe al
asnillo de la siguiente forma: “pequeño, peludo, suave; tan blando por
fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos”. En el libro, hay un constante diálogo entre el
narrador y su burrito (Platero), al que cuenta todo lo que le pasa, siente o
piensa, sin ocultarle nada.
De esta forma, Platero se
convierte en el único amigo y confidente del narrador, después de perder sus
seres queridos y quedarse solo. Es un gran ejemplo de amor que se puede
desarrollar entre los seres humanos y los animales, en este caso el burro, animal
con el cual la tradición no ha sido justa. Platero es descrito como un burrito
muy cariñoso e inteligente. Al final de la obra, Platero muere y eso causa un
gran dolor al narrador, que decide seguir escribiendo sobre él, después de
haber muerte, y lo describe como lo más bello que le ocurrió en la vida.
El libro describe la relación de
amor que puede surgir entre el ser humano y un animal, en este caso Platero. La
figura de Platero despierta en el lector un gran sentimiento de ternura hacia
él, en concreto, y hacia los burros, en general. Ya que como hemos mencionado
antes, el burro ha sido objetivo de tópicos muy negativos y se le consideró uno
de los animales más tontos. Unos tópicos que están lejos de la verdad, ya que
el burro es uno de los animales más inteligentes, fieles y trabajadores. En la
obra destaca la forma en la que, estos dos protagonistas interactúan con los
niños del pueblo, los animales y el paisaje de Moguer.
Respecto a la estructura, el
libro está compuesto por 135 capítulos cortos, en general de entre 1 y 3
páginas. Cada historia es diferente de la otra, es decir, no hay ninguna
conexión entre los diferentes capítulo, a pesar de que los protagonistas son
siempre los mismos, Platero y yo (el narrador).
La obra está compuesta por cortos
poemas escritos en prosa, en los que Juan Ramón Jiménez, resalta detalladamente
la ternura y la bondad del asnillo llamada Platero. El cual lo describe como lo
más sublime que le ha pasado. Es por eso que escribe esta obra con el corazón
en la mano, el cual desborda luz, belleza externa.
Predominan las descripciones del
entorno en el que se desarrollan las historias. El autor recrea de una forma detallada
la belleza del entorno. Una belleza que se refleja en el sentimiento de
nostalgia hacia una vida simple, llena de amor, respeto y ternura.
En cuanto al estilo, ya se
introduce desde el título el carácter narrativo de la obra. Sin embargo, es una
narración diferente ya que el narrador es el mismo protagonista el “yo”,
eliminando así cualquier intermediario entre el protagonista y el lector.
En un principio el libro está
dirigido a los niños, pero puesto que Juan Ramón Jimenez cree que a los niños
no se les debe dar unas historias alejadas de la realidad, sino historias de
seres vivos y cosas reales tratados con sentimiento profundo, sencillo, claro y
exquisito, se puede decir que el libro no está escrito sólo para los niños,
sino para todos los lectores, pero sí está escogido para los niños, según las
palabras del mismo Juan Ramón.
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