Fernando Alonso nació en la ciudad de Burgos en 1941. Su familia es burgalesa por parte de madre y asturiana por parte de padre. Estudió la mayor parte del bachillerato en el País Vasco. Se trasladó a Madrid para estudiar en la Universidad; y es en Madrid donde fijó su residencia y donde ha desarrollado su vida profesional en el campo editorial y en la televisión. Muy joven comenzó a viajar por Europa. Luego por razones de trabajo y, también de vacaciones, ha viajado por más de veinte países repartidos por cuatro continentes. Desde hace treinta años está medio afincado en el pueblo de Nerja, en la Costa del Sol Oriental de Málaga. Todo este trasiego geográfico y vital le ha privado, sin duda, de sólidas raíces y de una patria chica sentida como tal; pero le ha proporcionado otras que considera más útiles, profundas y universales: una visión amplia del mundo y de sus gentes; comprensión y aceptación de todos los problemas personales, culturales y sociales; espíritu abierto, solidaridad y tolerancia. El arte es una de sus grandes aficiones. Quizá por eso se dejó convencer cuando le propusieron ilustrar su libro El hombrecillo de papel. Siente una gran pasión por el mar; necesita respirar su aire; perder la mirada sobre sus olas, para poder encontrarse a sí mismo; navegar... Nunca supo explicar esa misteriosa y profunda atracción que sienten las personas que han nacido lejos de la costa. Esa fue, sin duda, una de las razones que le impulsaron a escribir Las raíces del mar. Ha luchado por conseguir y realizar todas las cosas que soñaba y le gustaría que también los demás pudieran hacerlo. Éste fue, sin duda, uno de sus pensamientos cuando comenzó a escribir El hombrecito vestido de gris. Le entusiasma estar con sus amigos. El amor y la amistad son las dos cosas que más valora en esta vida y ha tenido la suerte de sentirse realizado en ambas. Tiene la fortuna inmensa de contar con muy buenos amigos. Alguna de estas amistades han surgido gracias a sus libros. Ésta es la máxima satisfacción que le ha proporcionado su obra literaria.
Desea que sus libros también sean útiles a los lectores; que sirvan para animarlos a seguir leyendo; que los impulsen a conocerse mejor y a quererse más; que dibujen entusiasmo en su mirada y que les ayuden a pensar que no están solos.
Desde niño tuvo una especial afición por escuchar historias. Su madre y el rector del colegio de jesuitas de Durango, donde estudió, el P. Conrado Pérez Picón, eran grandes narradores de cuentos. Ellos avivaron su afición por escuchar historias y, más tarde, por narrarlas el mismo. Esta afición le llevó, sin duda, a convertirse en un buen lector. Y, de ser un buen lector, a intentar convertirse en escritor. Sólo era una cuestión de tiempo.
“El hombrecito vestido de gris y otros cuentos” de 1978. Compuesta por ocho cuentos, ocho historias sencillas, que toman elementos cotidianos y en cierta manera cercanos a los niños para, a partir de ellos, construir la trama. Todos los cuentos de “El hombrecito vestido de gris” abordan asuntos que interesan a niños y a adultos; lo hacen con un lenguaje claro, comprensible y al mismo tiempo con gran belleza narrativa. El trabajo en grupo, la convivencia, el autoritarismo, la solidaridad y otros muchos temas recogidos en esta excelente selección de cuentos perfecta para leer en el aula.
Argumento:
El hombrecito vestido de gris: Cuenta la historia de un hombre que vive una vida gris, aburrida, sin alicientes, aunque el hombrecito intenta cambiarla pero la sociedad gris a la que pertenece no se lo permite.
El barco de plomo: Un barco que no es feliz porque está hecho de plomo y eso le impide navegar. Se siente inútil y eso le hace desgraciado.
Los árboles de piedra: En un extraño pueblo todo de piedra, los árboles se morían sin poder crecer en su suelo de piedra. Tres jóvenes del lugar consiguieron por fin encontrar los árboles más adecuados para el pueblo.
El viejo reloj: Un niño desea arreglar el reloj de su abuelo. El reloj se ha quedado sin números que marquen las horas y el niño se pone a buscarlos. El niño los encuentra a todos, pero se lleva una sorpresa.
El barco en la botella: Cuenta la historia de un barco que vive dentro de una botella y como siempre ha estado allí, considera que el mundo real es como el que hay dentro de esa botella. Poco a poco comienza a descubrir que hay otros mundos y quiere descubrirlos.
El guardián de la torre: Los vecinos de aquel barrio construyeron una torre de gran altura, para que destacara por encima de las demás casas. Al poco tiempo un hombre entra en la torre y empieza a habitarla, pero cree que la torre es suya y por vivir en ella se siente superior a los demás vecinos.
El espantapájaros y el bailarín: Al espantapájaros lo que más le gustaba era bailar. El tirano de su amo no quería que el espantapájaros bailara y llegó a pegarle, pero el espantapájaros no le hacía caso.
La pajarita de papel: Un padre quiere regalar algo especial a su hijo. El niño advierte que la vida de su padre es un poco aburrida y le pide una pajarita de papel para alegrarle un poco. Sin embargo, la pajarita de papel se pone triste y el padre visita a sabios y a artistas para que encuentren una solución a la tristeza de la pajarita.
Es un autor, que desde muy pequeño desarrolla un gran amor hacia las historias, hacia los cuentos, tanto es así, que este amor lo plasma en cada una de sus obras, Fernando Alonso desea que el lector disfrute, que viva las historias como propias. Y a su vez, toma la literatura infantil y juvenil, como un reto, ya que para muchos autores una literatura de magia, de ogros y de fantasía, no suponía una gran literatura, pero Fernando Alonso hizo de ella un arte y muchos años después, seguimos admirando una obra dedicada a un público adolescente pero llena de crítica social, debido a la época en la que se escribe el libro, tanto es así, que sufrió el duro yugo de la censura de nuestro país, y sobre todo, es una obra llena de ansias de libertad.
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