La princesa y el guisante,
Hans Christian Andersen. Ilustraciones de Elena Odriozola.
¿Quién
no conoce a la Princesa y al peculiar guisante que le quita el sueño?
Para
los despistados diré que este cuento, todo un clásico de la literatura infantil
y juvenil universal, trata sobre un príncipe que buscaba una princesa para
casarse con ella. Como no se conformaba con cualquiera, estaba dispuesto a
recorrer mar y tierra hasta encontrar una, pero auténtica. Un día, llamó a su
puerta una doncella que decía ser una princesa pero, debido a la lluvia, su
aspecto se alejaba bastante del prototipo de la nobleza al que todos estamos
acostumbrados, incluido nuestro príncipe.
Como la joven insistió en ser una
princesa real, la reina la dejó pasar la noche en su castillo con la idea de
comprobar así si decía la verdad. Para ello, puso un pequeño guisante sobre el
colchón y encima un montón de edredones.
A
la mañana siguiente, cuando preguntaron a la supuesta princesa cómo había
pasado la noche, ella contestó que no había pegado ojo pues algo le quitó el
sueño y la molestó tanto como una de sus peores pesadillas. De este modo, el
príncipe corroboró que aquella joven muchachita era una auténtica y delicada princesa.
Como
vemos, este cuento de apariencia meramente infantil esconde un gran potencial
didáctico tras la sencillez de su contenido. Dependiendo del enfoque que
queramos darle, podemos realizar un sinfín de actividades en torno a este
pequeño relato, no sólo en educación infantil o primaria, sino también en
secundaria.
Gracias
a las ilustraciones de Elena Odriozola, los jóvenes podrán verse atraídos por
ese trazo intimista y delicado que las caracteriza y que les aporta cierto aire
misterioso alejado del ya tradicional y redondeado trazo al que los cuentos
infantiles nos tenían acostumbrados. Las irregularidades en las formas humanas,
predispuestas en cada página con sutiliza y finura, aportan un toque distintivo
que puede servir de gancho para un público adolescente.
Resulta
obvio que este material didáctico no lo podemos emplear a modo de lectura
obligatoria trimestral, pero sí podría sernos útil trabajarlo a modo de
actividad alternativa en clase, dividiendo el aula por rincones de trabajo y
formando grupos de entre tres y cinco alumnos. Cada grupo, tras haber leído el
cuento, analizaría aspectos que girarían en torno a las siguientes cuestiones:
-
¿Qué características debe tener una
auténtica princesa?
-
¿Qué representa el guisante?
-
¿Qué es lo que realmente nos quiere transmitir
el autor?
-
Entre otras.
Por
ello, debemos ponerles un ejemplo que podría ser el siguiente:
Una posible interpretación del
cuento sería que las apariencias no siempre son lo que parecen y no debemos
dejarnos llevar por ellas.
U
otra:
Es tan difícil encontrar a tu media
naranja como que un guisante no te deje dormir. Debes esperar a que el amor
llame a tu puerta, ya que buscar por tierra, mar y aire no te servirá de nada
De
esta manera, intentando encontrar el verdadero significado del cuento, los
alumnos pondrían en práctica tanto la competencia lingüística y comunicativa,
como la cultural y artística, así como la de aprender a aprender, autonomía
personal o social y ciudadana.
Una
vez terminada la actividad que no nos ocuparía más de una sesión, podemos
ofrecer la oportunidad de realizar una composición en casa que se colgaría posteriormente
en el blog de la asignatura. Este ejercicio creativo sería de carácter no
presencial y totalmente voluntario y consistiría en escribir un cuento para un
público infantil. De tener éxito dicha actividad, mediante votación se podría
elegir el mejor relato y comprobar si verdaderamente se ajusta a un público
infantil, haciendo una sesión de cuentacuentos para los más pequeños del centro
durante un recreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario