Título: Marina
Autor: Carlos Ruiz Zafón
Editorial: Edebé
Páginas: 290
Año
de publicación: 1999
(Reedición: 2007)
Se
habla del estilo de Ruiz Zafón como ágil, rápido, cuasi cinematográfico, donde
priman el diálogo y la acción sobre la reflexión. No estoy de acuerdo con esto.
Leí esta novela con diecisiete años y desde la primera página me hizo sentir,
navegar en mis propios pensamientos y recuerdos sobre un barco cargado de
bellas metáforas, amplio vocabulario, y frases de las que nunca se olvidan. Siete
años después, vuelvo a leer esa primera página y vuelvo a sentir. “No sabía
entonces que el océano del tiempo tarde o temprano nos devuelve todo lo que
enterramos en él”.
Óscar
es un muchacho que vive en un internado en la Barcelona de finales de los
setenta. Su curiosidad y la soledad que siente en el colegio le conducen a
perderse entre las oscuras calles de la ciudad con su amigo JF, hasta que da
por primera vez con Marina. Esto ocurre en unas condiciones un tanto
extravagantes, pues el chico se cuela en una antigua mansión donde descubre que
vive un señor (Germán) con su hija (Marina).
Marina
y Óscar se convierten en grandes amigos en muy poco tiempo, y nuestro
protagonista pasa a vivir prácticamente todos los días en la mansión Blau.
Ciertas acciones propias de unos adolescentes ávidos de acción, los llevan a
verse inmersos en una historia que debió caer en el olvido muchos años atrás, y
que sin embargo, sigue viva en los subterráneos de la ciudad de Barcelona:
Un extraño Mijail Kolvenik intenta conseguir a toda costa la
inmortalidad. Quiere devolver la vida a las personas que no merecían la muerte,
y ayudar a pacientes con extrañas enfermedades congénitas y/o degenerativas, a
ser reconstruidos como si se tratase de máquinas cuyos engranajes han dejado de
funcionar.
Según
va surgiendo esta historia, Marina y Óscar están cada vez más unidos. Es por
esto que resulta un auténtico mazazo para Óscar descubrir que su querida (y
quizá amada) Marina tiene una dolorosa enfermedad que la terminará matando, y
dejará al muchacho de nuevo solo ante la ciudad y el mundo, sin más abrigo que
sus recuerdos.
Para
hablar de los personajes podríamos dividirlos en tres escalones: los personajes
principales serían Óscar Drai, Marina Blau y Germán Blau. Como secundarios
añadiremos a Mijail Kolvenik y a su esposa Eva Irinova, protagonistas de la
historia dentro de la historia. El resto de personajes podríamos considerarlos
terciarios, ya que no tienen demasiada importancia ni en una historia ni en
otra. Ellos son: el padre Seguí, profesor del internado de Óscar; JF, mejor
amigo de Óscar en el internado; Joan Shelley, doctor y ayudante de Kolvenik en
sus experimentos; María Shelley, la hija de Eva y Mijail, que se cría con el
doctor Joan, y a quien trata como su propia hija; Luis Claret, el mejor amigo y
chófer de Kolvenik; Víctor Florián, inspector de policía que da su vida por
salvar la de Óscar; Benjamín Sentís, el hijo del antiguo propietario de la
empresa que lleva a Kolvenik a la gloria y que después se la arrebata de un
plumazo; y por último Sergei y Tatiana Glazunow, hermanos gemelos, tutores
legales de Eva Irinova.
A
mi parecer, los espacios son de vital importancia en esta obra. Si abres el
libro por cualquiera de sus páginas: Barcelona. Una Barcelona recóndita,
oscura, a la par que urbana, libre. Una Barcelona descrita de tal forma, que
aun sin haberla visto personalmente, tienes la sensación de conocerla entera.
Ves ante tus ojos las Ramblas, la plaza de la Catedral, el barrio de Sarriá…
Estás dentro. Esto podría considerarse algo característico de Zafón, ya que en
su trilogía para adultos sobre el cementerio de los libros olvidados, ocurre
exactamente lo mismo. Barcelona aparece y el lector no sólo la ve, también la
siente.
Pero
si hay un espacio entre todos que destaque por su importancia, es el internado.
Se trata de un lugar de soledad para Óscar, un lugar donde nunca se ha sentido
realmente a gusto, donde nunca ha querido estar. El colegio es para el chico
una suerte de cárcel de soledad que le ahoga cada día que pasa entre sus
paredes, una cárcel de la que intenta escapar, siempre que le es posible, a tomar
el aire urbano de Barcelona. Al principio con su único y supuesto amigo JF, y
después siempre de la mano de su gran amiga Marina.
A
diferencia del internado, la mansión Blau aparece como un lugar cálido, donde
el protagonista se siente en familia, feliz. Aquí ríe, habla, y pasa horas
jugando al ajedrez con el viejo Germán o con la propia Marina. Aunque cabe
destacar que se trata de un lugar que infunde respeto al muchacho, pues llega
un momento en el que permanece una semana entera solo en la casa y se niega a
recorrer sus corredores.
La
figura de Marina, es la más importante en la vida de Óscar. Marina consigue
devolverle la sonrisa, endulzar su vida con su belleza y delicadeza. Consigue
confiar en él y, por supuesto, consigue hacer que nuestro joven protagonista se
enamore perdidamente desde la primera vez que sus ojos se cruzan con los de
ella. Con respecto a esta relación, me parece importante el hecho de que Marina
oculte a Óscar su enfermedad; le asegura que quien está enfermo es su padre, y
que además no le han dado muchas esperanzas. Así intenta que Óscar la trate
como una persona, como una amiga, y no como una pobre enferma a quien le queda
poco de vida. No quiere que su amigo sienta pena por ella, quiere mostrarse
fuerte, con ganas de vivir, con ganas de que Óscar viva y no muera con ella.
Además, es ella quien lleva el peso de la casa, es ella quien cuida de su padre
y no al revés.
Por último, me gustaría destacar
el símbolo de la Teufe: una mariposa
de alas negras, cuya vida dura nada más y nada menos que catorce días, y que
después muere dejando una larva de la cual “resucita”. Una especie de insecto
fénix que el autor ha querido inventar para dar sentido a la historia de Mijail,
pues con el suero de este animal conseguiría aquella especie de poción que
hacía “revivir” a los que ya se han ido. Esta mariposa es el principio y el fin
de la obra, es el símbolo que da sentido a toda la historia de fantasía y
suspense que se cuenta. Además creo que podríamos hacer una especie de símil o
comparación entre Mijail Kolvenik y esta mariposa que tanto admiraba: cuando
resulta más que evidente que Kolvenik va a morir arrollado por una extraña
enfermedad que lo va deformando poco a poco, fuerza un embarazo para dejar esa
pequeña larva. Años después, aquel que supo a base de locuras, operaciones
sobre su persona, y el suero de la Teufel,
burlar a la propia muerte, se irá “alimentando” de esta larva que no es más que
su propio hijo. Como un muerto viviente se alimenta de los cerebros sanos de
los vivos.
En
relación con las posibilidades didácticas que nos ofrece esta novela para una
clase de literatura en ESO, son infinitas. Para empezar: se trata de una
historia fantástica, el protagonista es adolescente, aparece la amistad y el
amor a partes iguales, se narra en primera persona, hay historia dentro de la
historia, hay momentos de tensión y momentos emocionantes… En otras palabras,
podemos decir que Marina tiene todos los ingredientes para que un adolescente
se quede prendado de ella desde la primera página. Y además, podemos
considerarla dentro del “canon” de LIJ. ¿Por qué? Porque es Literatura, y en mi
opinión, bastante buena. Una literatura perfectamente equilibrada, con
elementos propios que el autor sabe que gustarán a su público, pero sin
menospreciar la estética. Un estilo rápido y pausado al mismo tiempo, con
descripciones cortas pero intensas, con giros y metáforas que adornan cada una
de las páginas, en definitiva: con un saber hacer que no todos los escritores
de Best Seller son capaces de conseguir.
“Todos
guardamos un secreto encerrado bajo llave en el ático del alma”
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