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domingo, 11 de enero de 2015

Morirás en Chafarinas

Morirás en Chafarinas, Fernando Lalana


 Dolly Britton Jiménez

Morirás en Chafarinas es la séptima novela de las más de cien que ha publicado el zaragozano Fernando Lalana. Abogado de carrera y novelista de profesión, Lalana se ha consagrado como gran autor de literatura infantil y juvenil en España. Muestra de ello son los galardones que ha recibido, en especial el XIV Premio Cervantes Chico otorgado por la Princesa de Asturias, doña Letizia Ortiz, en 2010 en reconocimiento a su carrera literaria.

En 1990 Lalana publica la novela juvenil de intriga Morirás en Chafarinas. Una historia en la que se sirve de sus propias experiencias en el servicio militar como base para escribir las aventuras que viven dos jóvenes en el acuartelamiento español de Regulares en Melilla con motivo de unas muertes en extrañas circunstancias y la aparente vinculación entre sí y con la heroína.  



El protagonista – un Cabo cuyo nombre no se especifica en el libro- cuenta los hechos en primera persona. Todo comienza un domingo y la historia se desarrolla en apenas una semana, tiempo más que suficiente para que se produzcan dos muertes por sobredosis, las de Júdez y Moliner; un asesinato en defensa propia, el de Villalba; y más sucesos.

El capitán Contreras le encomienda investigar las muertes de los dos primeros a Cidraque, el soldado más inteligente del cuartel. Éste le pide ayuda al Cabo quien, tras negarse inicialmente, termina por aceptar. Ambos empiezan a investigar hasta que poco después el capitán Gayarre mata al soldado Villalba (alegando defensa propia); en ese momento Contreras anula la orden de investigar. Sin embargo, Cidraque hace oídos sordos y, con ayuda del Cabo, en menos de cuatro días llenos de elucubraciones y pesquisas, descubre que la droga de las sobredosis de Júdez y Moliner estaba adulterada con venenos y que iba dirigida a Villalba.

También descubren los protagonistas que el centro de distribución de heroína de la ciudad era una lavandería, por lo que deciden ir a investigar. Allí, en una apasionante escena propia de película policíaca, se meten en líos y terminan huyendo de unos desconocidos. Para esconderse, el Cabo acude a casa de Elisa, la mujer de Contreras y con  quien empezaba a entablar una amistad especial. En su casa descubre que los dueños de la lavandería son precisamente Contreras y Gayarre y que Contreras será trasladado a Chafarinas al día siguiente, donde permanecerá durante seis meses.
La sorpresa llega cuando también destinan a las Chafarinas a Cidraque, que a estas alturas ya teme por su vida si se encuentra a solas con Contreras. Por ello, el Cabo decide hacer uso de un permiso de visita para acompañarle en el trayecto en barco a las islas. 



Una vez en las islas, y cuando ya tienen claro cómo se han montado el negocio de las drogas sus dos capitanes, llega la noticia de que Elisa ha muerto, por lo que Contreras volverá al día siguiente a Melilla... Comienza pues la cuenta atrás para pillarle con las manos en la masa. Al final, tras un gran giro de los acontecimientos, el protagonista termina la narración de la historia sin especificar claramente quiénes eran los buenos de la película.

El carácter intrigante de esta obra hace que su lectura sea infinitamente absorbente, por lo cual parece ideal para un público juvenil que esté descubriendo o afianzando su pasión por la lectura. Asimismo, Morirás en Chafarinas, está escrito en un lenguaje que combina el vocabulario propio del servicio militar, con el argot del mundo de la droga, pero sin caer en tecnicismos que dificulten la comprensión. Por ello, el nivel requerido de lectura es adecuado para cualquier curso de la ESO; sin embargo, dado que se tratan temas de asesinatos y drogas (en un momento dado incluso se tilda de “normal” el encontrar hachís y jeringuillas en el cuartel), sería más conveniente delimitarlo a los cursos de la segunda etapa de la educación secundaria, es decir, 3º y 4º de la ESO.

Otro rasgo que parece demostrar la adecuación de este libro a un lector joven, es el hecho de que los personajes de la historia vayan apareciendo uno a uno, y que los primeros capítulos lleven los nombres de los protagonistas de los mismos. Esto facilita la estructuración de la novela y permite al lector centrarse en las pistas para intentar averiguar qué ocurre, sin necesidad de tener que rebuscar en páginas pasadas para recordar quién era la persona de la que se vuelve a hablar.

Como ya se ha mencionado, Lalana consigue mantener el suspense desde el primer capítulo hasta la ultimísima frase de la historia, haciendo así honor a la catalogación de este libro como novela “de intriga”. Esta labor la consigue suministrando poco a poco la información que van descubriendo los protagonistas y añadiendo nuevas muertes, nuevas relaciones y, en general, nuevos misterios que hacen que la lectura de esta obra sea completamente amena. Y lo que es mejor, consigue que el lector se pare a reflexionar al final del libro para decidir cuál cree que es la verdad, la cual, con gran sutileza, Lalana deja entrelíneas a juicio del lector.

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