Una
sucesión de cuatro cuentos que mezclan misterio, enigma y miedo, es
lo que nos ofrece Xavier P. Docampo en este libro de literatura
infantil para niños que superen los doce años de edad. Las
historias en las que nos sumerge la lectura de Cuando
de noche llaman a la puerta
giran en torno a protagonistas que toman decisiones equivocadas y el
destino les devuelve en forma de muerte – o al menos sufrimiento –
su desafortunada manera de actuar. Las tres primeras historias
tituladas El
espejo del viajero; El hornadas y Loba, están
relacionadas con esta idea que hemos esbozado anteriormente de que el
destino te devuelve de manera negativa las malas acciones que se han
podido cometer con anterioridad. En estas historias cargadas de
sorpresa y negrura, envueltas en la oscuridad de la noche y en
crímenes cometidos, sus protagonistas son pagados con la misma
moneda: si alguno de ellos ha obrado mal, ha matado, despreciado y
engañado, el sino que le depara el futuro será aún peor que lo
vivido. Ya el personaje del primer cuento reflexiona sobre ello:
«¡Había cometido un crimen y ahora empezaba la condena: la de
tener que vivir la vida que le había quitado al herrero» (P.
DOCAMPO, 1996:25). O el personaje de la segunda historia, el cuál
admite: «Hice una muerte y la pagué» (1996:38).
La
culpa está presente en cada una de las historias hasta llegar a la
última, titulada El
Cumplemuertes donde
el protagonista es perseguido por una serie de cartas que le anuncian
su inevitable muerte en años posteriores el mismo día que las
recibe año tras año. La incertidumbre y el desasosiego se adueñan
de él hasta el límite de cambiar de casa y querer hacer lo mismo
con su destino, cosa que acaba consiguiendo debido a ese empeño de
no aceptar la derrota. En mi opinión este último cuento es la
moraleja de los anteriores:
«De
ser un hombre que se dejaba llevar por el camino de la rutina, como
si todos tus actos estuviesen programados y fuesen ajenos a ti, has
pasado a actuar con autonomía, a tomar en tus manos tu propia vida y
tu propio destino. […] Por eso no se cumplió lo que era tu
destino, porque los hombres si se comportan como tales, lo inventan y
lo escriben ellos mismos.» (1996:86)
Por
lo tanto la vida de los protagonistas de las historias anteriores
desemboca en llanto, sufrimiento y culpa porque no han sido capaces
de cambiar su propio destino y afrontarlo con decisión y
determinación. En el último cuento se actúa de manera adecuada,
educada, recta, honesta y honrada, por eso el final es muy diferente
a los anteriores y el autor nos sorprende con la absolución de la
muerte del protagonista, ofreciéndole total libertad para vivir su
vida.
A
pesar de que el libro se muestra como un tipo de literatura de
terror, en mi opinión sí que considero en las historias el factor
misterio, incertidumbre y sorpresa e incluso puede causar algo de
miedo en el lector, teniendo en cuenta que es un lector que pasa de
niño a adolescente, entre los doce y los trece años de edad, pero
no considero que las historias que en él aparecen sean terroríficas.
Más bien puede suscitar, entre los más sensibles, temor o pavor,
donde el sobresalto tiene cabida pero no un miedo excesivo, como el
que se siente cuando algo provoca terror. Por este mismo motivo sería
una lectura recomendada para unos alumnos de primero de la ESO, ya
que son historias que enganchan por lo mucho que hay en ellas de
misterio, algo que despierta el interés de los lectores más
inexpertos y puede hacer que se inicien en el mundo de la lectura por
interés y no por obligación si encuentran en ella esa
característica. Leer estas historias con más edad hace que no
resulten tan enigmáticas, y aunque en segundo de la ESO los alumnos
únicamente cuentan con un año más de edad, el crecimiento
biológico e intelectual no parece el mismo. Creo que la lectura de
estas historias sería completamente diferente para ellos y perdería,
como ya he comentado, muchos componentes que con ellas se transmiten.
En
contraposición observo que algunas de las descripciones de los
crímenes de estas historias pueden causar cierta impresión negativa
en el lector de tan corta edad. Expresiones como las siguientes: «el
palo del carro y el mango del hacha golpeaban en el cuerpo de la
vieja, del que salían secos ruidos de quebradura de los huesos» o
«se oyó como se rompía el cráneo, brotó un hilillo de sangre y
la vieja abrió desmedidamente los ojos» (1996:32), resultan algo
fuertes y desmesuradas, en mi opinión, a la hora de describir las
muertes en el libro y en unas historias catalogadas como literatura
infantil. Es cierto que se recomienda para lectores mayores de doce
años pero no pude evitar sorprenderme en el momento de la lectura de
estas líneas.
Algo
que considero un acierto y me ha sorprendido es la última parte del
libro: Cuando el
autor habla de sí mismo. Aquí
Xavier P. Docampo relata una serie de momentos en los que él mismo
asegura pasar miedo, algo que anima y ayuda al lector a querer
expresar sus pensamientos interiores y a hacerlo de tal manera que la
vergüenza o la inferioridad queden atrás. En estas edades muchos
alumnos pueden sentirse presionados por otros a la hora de mostrar
sus miedos por las reacciones que surgen en el resto del grupo: desde
la carcajada hasta las faltas de respeto. Que el autor incluya un
apartado en el que muestre sus miedos ayudará al alumno a mostrarse
tal y como es y esta puede ser una actividad que podemos realizar con
ellos tras la lectura de este libro. Han aprendido que quien mal
obra, la paga y que cada uno es dueño de su destino, por lo que una
buena manera de trabajar el texto sería que ellos mismos compongan
uno en el que muestren sus miedos internos, como hace el autor, y
reflexione sobre «a qué tienen miedo» y «hablen de sí mismos».
La
lectura de Cuando
de noche llaman a la puerta
se realiza de manera rápida y amena. Entretiene al lector, le
mantiene en vilo sobre las posibles consecuencias de las malas
acciones de los personajes y guarda moraleja en cada una de sus
historias. Esto junto al estilo, el vocabulario y la manera de narrar
del autor hace que sea una lectura apropiada para la etapa educativa
en la que estamos sumergidos.
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