A lo largo de este trabajo analizaré
la obra La catedral, de César
Mallorquí, dando datos relevantes sobre dicha novela juvenil que propongo
reseñar, además de hablar sobre la utilidad de la obra en las aulas de
Educación Secundaria. Sin embargo, antes de acometer el objetivo que propongo,
creo necesario dar algunos datos, que considero importantes, sobre el autor.
César Mallorquí |
César
Mallorquí (1953-) es un publicista, periodista, guionista de radio, además de
escritor de novelas de género infantil y juvenil. Con la novela propuesta para
reseñar obtuvo el Premio Gran Angular 1999.
Portada de La catedral |
La catedral
es una novela cuyas principales vías son la fantasía y el misterio, algo que
engancha al lector desde el primer momento en el que se abren sus páginas. La
historia narra la aventura de Telmo Yáñez, quien parte de Navarra a Bretaña
para la construcción de la catedral de Kerloc’h: «-Quería mantenerte alejado de
la escultura para que esa habilidad tuya no estorbara tu aprendizaje, y ahora
yo mismo te estoy obligando a que ejerzas de imaginero en un remoto lugar
–suspiró-. Pero supongo que un hombre no puede escapar de su destino, y que si
la naturaleza te dotó de un don tan prodigioso ha se ser por alguna razón.»[2]. Es
una novela que enmarca fantasía, aventura e historia. En ella vemos reflejados
motivos como las cruzadas, los templarios, o referencias a las peregrinaciones
religiosas, propias de la Edad Media: «Durante el estío, la afluencia de
peregrinos se incrementaba mucho, y constantemente
nos cruzábamos con grupos de caminantes, algunos muy numerosos, que se dirigían
a Compostela bajo un sol abrasador […] y yo me dije que hacía falta mucha fe
para abandonar el hogar y recorrer cientos de leguas, mas luego caí en la
cuenta de que yo mismo me había embarcado en una especie de peregrinación al
revés.»[3].
La
obra toma como base para esta trama las guerras por la conquista de Jerusalén y
las distintas órdenes templarias:
Había
otras órdenes de caballería, como los hospitalarios, los teutónicos o… o una
pequeña congregación llamada Orden de los Caballeros del Águila de San Juan de
los Siete Sellos. […] ¿Recuerdas que, tras robar el tesoro del Temple, Simón de
Valaquia desapareció? Lo hizo sin dejar rastro, pero la pregunta es: ¿cómo? […]
Lo ignoro –dijo-. Pero fueron los aquilanos quienes sacaron de Acre a Simón y
el tesoro, […] Además, desde ese día la orden desapareció de Tierra Santa y no
volvió a saberse de ella. […] En Kerloc’h están construyendo una catedral,
¿verdad? Pero ¿quién corre con los gastos, quién paga los salarios y costea los
materiales? […] La construcción de la catedral de Kerloc’h está siendo
financiada por la tan largo tiempo desaparecida Orden del Águila de San Juan.[4].
Estos
elementos fantásticos, históricos y legendarios son lo que hacen que el lector mantenga
puesta toda su atención durante todo el desarrollo de la obra. Vemos, al
comienzo de la obra, cómo el misterio a resolver toma el primer plano a ser
visto; ello hace que el lector tenga interés por lo que se va sucediendo a lo
largo de las páginas que envuelven el libro: «Al parecer, Thibaud abandonó la
construcción de la catedral hace año y medio […] El problema es que desde
entonces no se ha vuelto a saber nada del maestro […] De hecho, pensamos que en
realidad Thibaud nunca abandonó Bretaña, de modo que será preciso indagar allí.
[…] Según el monseñor me reveló, en esa villa de la Bretaña vienen sucediendo
desde hace tiempo cosas insólitas.»[5].
Respecto
a la estructura externa del libro, éste se divide en catorce capítulos, un
prólogo y un epílogo; además, cada capítulo está dividido por tres asteriscos,
dependiendo de la acción que conlleve, lo que facilita una lectura más rápida,
pero a la vez comprensiva.
En
lo que conlleva a la estructura interna del relato, es en el prólogo donde el
autor nos adentra en la historia que se va a desarrollar: «En el interior de la
cripta reinaban las tinieblas, la humedad y el miedo. El hombre que yacía en la
oscuridad, sentado en el suelo con los brazos rodeando las encogidas piernas,
era un anciano de pelo canoso y piel curtida por la vida al aire libre.»[6].
La introducción comprende los capítulos uno y dos, donde vemos que el
protagonista relata los acontecimientos previos a su aventura en Bretaña. Desde
el capítulo tres y hasta el doce es donde acontecen las acciones del
protagonista, principalmente la realización de una escultura, y de los que le
acompañan: «Un poco más allá de la aldea, en una verde franja de tierra que
penetraba en el mar encaramada sobre unos acantilados, se alzaba la
construcción más extraordinario que jamás he contemplado. Era un templo, una
catedral. La catedral de Kerloc’h.»[7].
Finalmente,
en los dos últimos capítulos vemos cómo el misterio se resuelve y cómo los
personajes luchan contra el mal que está a punto de erigirse sobre la Tierra:
«Me despedí de mis amigos agitando la mano y luego tomé el camino del este.
Antes de perder de vista Kerloc’h, volví la mirada atrás y contemplé por última
vez el ancho mar, la bahía, la negra fortaleza y las ruinas de la catedral que
yo había contribuido a erigir.»[8].
El
lenguaje empleado por el autor es inteligible, pero vemos muchas acepciones
propias del jerga arquitectónica y escultórica, además de la empleada para
describir las vestimentas de los caballeros templarios. Además, gracias a las
magníficas descripciones del autor, el lector se adentra en el mundo medieval
de la artesanía y de la arquitectura, además de en las vidas de los
protagonistas[9].
Vemos cómo la arquitectura y la imaginería toman importancia a medida que va
avanzando el relato. Por ello veo necesarias la realización de actividades de
pre-lectura para hacer que los jóvenes lectores se adentren en el mundo del
medievo y que la lectura de La catedral
no les sea muy pesada, ya que la temática podría no resultarles interesante al
encontrarse alejada de la realidad que ellos viven.
[1] César Mallorquí, La Catedral, Madrid, Ediciones SM, 2013.
[2] César Mallorquí, La catedral, Madrid, Ediciones SM, 2013,
pág. 41.
[3] Ibidem, págs. 44-45.
[4] Ibidem, págs. 63-64.
[5] Ibidem, págs. 33-34-35.
[6] Ibidem, pág. 7.
[7] Ibidem, pág. 75.
[8] Ibidem, pág. 220.
[9] Me ha recordado mucho a la
novela de Laura Gallego, de misma temática, Finis
mundi (1999), también empleada como lectura para alumnos de Educación
Secundaria.
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