Cuando
de noche llaman a la puerta es una obra de Xabier P. Docampo,
nacido en Rábade (Lugo) en 1946. Con
esta obra, Docampo consiguió el Premio Nacional de Literatura Infantil y
Juvenil en 1995, y aunque fue escrita originariamente en gallego, fue traducida
al castellano.
Como buen contador de
historias, con esta obra pretende transmitir toda esa tradición oral ambientada
en Galicia que desde pequeño siempre le ha llamado la atención, en homenaje a
su padre, quien era un gran contador de historias como el mismo autor menciona
en la carta al lector titulada “Querido lector”. Además, con estas historias
pretende interesar y captar la atención del lector juvenil.
La obra está dividida
en 4 historias de misterio y terror, donde se tratan temas muy variados pero de
gran interés para un lector de primero de educación secundaria obligatoria.
Estos temas son el destino, la muerte, lo misterioso, la venganza o lo
inesperado, puesto que encontramos sorprendentes desenlaces.
El primer cuento El espejo del viajero, cuenta la
historia de un viajero que decide volver a casa después de siete años fuera,
pero que debido a la noche con lluvia y viento, acaba perdido junto a su caballo
hasta que llega a la casa de un herrero, que le acoge amablemente. Ambos tienen
un gran parecido físico, excepto por el ojo izquierdo del herrero que no tiene
párpado. Esa noche a consecuencia del vino tuvieron una discusión, durante la
cual el viajero pierde el párpado de su ojo izquierdo.
Durante días, el
viajero permaneció en cama sin verse la cara, al cuidado del herrero. Pero cuando por fin pudo verse la cara, decidió
vengarse del herrero, invadido por el odio y el rencor, pues ahora era idéntico
al herrero.
Con un cortafrío mató
al herrero y lo enterró, pero antes de marcharse, llegó la mujer del herrero
que le confundió con su marido. Debido a esta confusión, no pudo irse de allí.
“¡Había cometido un
crimen y ahora empezaba la condena: la de tener que vivir la vida que le había
quitado al herrero!” (pág. 25).
La segunda historia El Hornadas narra la historia que un
padre le cuenta a su hijo sobre un pariente de ellos. La historia sucedió en
Xermar, donde vivía una vieja cuya herramienta para la maldad era la palabra.
Un día, tres hombres víctimas de la vieja decidieron darle una paliza, pero el
último golpe de Teixo la mató, aunque antes de esto, la vieja le dijo que haría
que se arrepintiera de esto mientras viviera. Los tres hombres decidieron llevarla
camino Escanavada donde había un horno. Allí le prendieron fuego, pero mientras
ardía, la vieja se levantó y se quedó mirando a Teixo fijamente.
Teixo fue a la cárcel por
el asesinato de la vieja, y al salir de prisión cuando volvió a casa, se le
empezó a conocer como el Hornadas. Años después, el padre se cruzó con él, y
éste le contó que la vieja se le presentaba todos los días y le iba comiendo
poco a poco. Cuatro o cinco días más tarde, apareció muerto y cuando le
hicieron la autopsia, el médico no se atrevía a contar lo que había
encontrado por miedo a que le tomaran por loco o incompetente, pues estaba
totalmente vacío, no tenía nada en todo el cuerpo más que la herida en la
cabeza por la que murió.
La tercera historia
llamada Loba cuenta de nuevo una
historia que se transmitió de generación en generación. Esta historia va sobre
Silvestre, un joven que vivía en Ponte de Aranga, el cual se pasaba el día de
caza y de juerga.
Una noche este joven de
20 años fue a Gallado, donde durante una nevada buscó cobijo en la casa de los
Revoldás, donde vivía Isaura, la hija pequeña. Silvestre empezó a salir con Isaura
a la cual dejó embarazada y con la que dio palabra de casamiento. Pero un día
llevó a Isaura a A Coruña (para que abortara, aunque no se menciona tal
aspecto) y no se les volvió a ver juntos. Poco después Silvestre se casó con
otra chica, Luciana, y el día de la boda de estos, Isaura se acercó cuando
salían los novios y le dijo a Silvestre las siguientes palabras: “me debes un
hijo. Tú verás cómo me lo pagas” (pág. 57-58). Esa misma noche Isaura apareció
ahorcada en un castaño.
Poco tiempo después, Luciana
se quedó embarazada, y durante el invierno apareció una manada difícil de
cazar. Eran unos 6 o 7 lobos grandes, dirigidos por una hembra de ojos como de
hierro candente, como dice la obra. Era la más fiera, y después de lo ocurrido
a Isaura, se presupone que esta loba era ella.
Un día, después del
nacimiento del hijo de Silvestre, la loba llegó a casa de éste y se llevó al
niño de Silvestre en la boca. Cuando la loba y el niño se metieron en un
cobertizo, Silvestre sin saber que llevaba a su hijo en la boca, cerró las
puertas del cobertizo y lo prendió fuego. Cuando llegó Luciana y los padres de
Silvestre para decirle que la loba se había llevado al niño, Silvestre entró
al cobertizo pero ya era demasiado tarde para ambos, quienes encontraron la
muerte ahí dentro.
La cuarta historia
llamada El cumplemuertes, cuenta la
historia de un hombre que por tercer año consecutivo recibe un sobre de los que
llamaban de luto, donde había escrito “¡Feliz cumplemuertes!”.
La primera vez que le
llegó este sobre, pensó que era una broma, pero al año siguiente, el mismo día
recibió otro sobre, pero esta vez además de felicitarse el cumplemuerte, es
decir, el aniversario del día en que va a morir, le avisaba que ya sólo le
mandaría otras dos más. Es entonces cuando decidió cambiar de casa, dejar el
trabajo y la ciudad y marcharse a un pueblo donde nadie pudiera encontrarle. A
los tres meses, recibió un díptico donde venía su nombre y el año, pero no el
de ahora, ni el siguiente, sino el posterior. En este momento se dio cuenta de
que no era una broma, sino que era la muerte, pues por mucho que te escondas,
la muerte siempre te encuentra. Era su destino y no podía hacer nada contra él.
Semanas después decidió que algo se podría
hacer para evitar al destino, así que se trasladó a una gran ciudad, sin
domicilio fijo, pero su última carta llegó. Ahora solo le quedaba un año.
El día de antes anduvo
nervioso, y a la noche decidió salir a la calle hasta llegar a una plaza. La
mujer que había sentada a su lado le dijo que ella era la que le enviaba las
cartas cada año, pues le habían avisado que él moriría hoy, pero no había
muerto, ya que “es fácil acertar con los que se dejan llevar, con los que son
incapaces de cambiar sus vidas. Pero con aquellos que usan su libertad para
tomar decisiones, que son capaces de asumir los resultados de sus actos (…), no
es fácil” (pág. 86). Él había pasado de ser un hombre que se dejaba llevar por
el camino de la rutina, a actuar con autonomía, a tomar en sus manos su propia
vida y su propio destino, y por ese motivo no había muerto.
Esta obra considero que
es una obra adecuada para primero de educación secundaria obligatoria, ya que
es una obra breve y de fácil seguimiento, que junto con los temas que trata y
el lenguaje sencillo que el autor utiliza, hacen que sea una obra atractiva e interesante para lectores a partir de 12 años.
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