DOCAMPO, Xabier P.
(1996): Cuando
de noche llaman a la puerta,
Madrid, Anaya, 90 p.
Cuando de noche
llaman a la puerta…
es mejor no abrir. Esta podría ser la moraleja que comparten los
cuatro cuentos que componen esta obra. En los que el suspenso y el
misterio reinan desde la primera hasta la última página.
Xabier P. DoCampo
(Rábade, 1946) es autor de literatura infantil y juvenil, director
de guiones de radio, vídeo y televisión. También, es integrante de
la Nova Escola Galega e imparte cursos a maestros sobre animación a
la lectura y didáctica de la lengua. Sus obras escritas en gallego
han sido traducidas al castellano, catalán y euskera; entre otras,
destacan Cuatro
cartas, El misterio de las campanadas, El pazo vacío y
Cuando
de noche llaman a la puerta.
Esta última obra, aquí reseñada, ha sido galardonada con el Premio
Rañolas, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en
1995, y la inclusión en la Lista de Honor de IBBY de 1996. Hay que
mencionar que la traducción al castellano ha sido llevada a cabo por
Rafael Chacón Calva y las ilustraciones son obra de Xosé Cobas.
Se puede decir que
Cuando
de noche llaman a la puerta
forma parte del canon de Literatura Infantil y Juvenil del siglo XX.
Los cuatro cuentos que integran la obra tienen narradores diferentes
y estructuras variadas, pero tienen como elementos comunes rasgos que
escenifican la tradición oral: se transmiten de boca a oreja a la
luz de la lumbre, con la noche como testigo y como escenario, en
estos casos, algún pueblo de Galicia. En los tres primeros, todo lo
contado transcurre en un tiempo remoto cuando la gente viajaba a
caballo y solía perderse y con suerte encontraba alguna casa donde
pasar la noche; cuando lo sobrenatural, el misterio y la muerte
formaban parte de la realidad. En el sentido espacial es donde el
cuarto cuento presenta un cambio consustancial, ya que es el único
que se ubica en una ciudad contemporánea, por lo demás presenta los
mismos ingredientes.
El primer cuento,
«El espejo del viajero», está narrado en 1º persona, aquí el
narrador es el protagonista. Es la historia de un hombre que montado
en su caballo regresaba a casa después de siete años, pero debido
al temporal no puede seguir su camino y decide seguir la luz de una
casita que vislumbra a lo lejos. La sigue y llega a la casa de un
herrero, lo extraño es que descubre que se parecen mucho, sólo que
el herrero tiene el ojo izquierdo sin párpado. La primera noche de
hospedaje se pasan bebiendo vino y muy borrachos se pelean. En
consecuencia, el viajero es herido con el atizador al rojo vivo en el
ojo izquierdo.
Luego de varios días
de convalecencia el viajero se despierta con la cara vendada, a pesar
de los cuidados que le dispensa el herrero se siente incómodo,
prisionero hasta el punto de pensar que el herrero lo hizo a
propósito. Después de buscar en vano un espejo por toda la casa,
finalmente, logró ver su cara, y al contemplar su rostro
completamente idéntico al del herrero, su odio creció. Entonces
tomó la determinación de matarlo. Y así lo hizo, pero cuando se
disponía a marcharse no pudo hacerlo porque en ese momento llegaron
la esposa y el hijo del herrero. Los recién llegados al igual que
otro cliente no se dieron cuenta del cambio. Y el viajero sin darse
cuenta suplantó la identidad del herrero. Cometió un crimen y tuvo
su condena: vivir la vida que le había quitado al herrero.
El segundo cuento,
«El Hornadas», presenta una estructura narrativa más compleja:
tres personajes distintos narran en 1º persona. Así, esta historia
se introduce a través de la técnica del encuadre. Un hijo le
pregunta a su padre mientras van de camino de Castro de Rei a Roás
sobre el ‹asunto del Hornadas› que piensa escribir. El padre le
cuenta que en Xermar vivía una vieja muy mala, pero no una bruja con
poderes sino una vieja malísima con lengua de víbora y malas
intenciones. Tan mala era que los vecinos decidieron darle un
escarmiento y una noche fueron a darle una paliza. Se ensañaron
tanto que al final la mataron. Pero antes de morir la vieja miró a
Teixo, quien dio el golpe mortal, y le juró venganza. Decidieron
deshacerse del cuerpo quemándolo en un horno abandonado de
Escanavada. Pero la vieja a mitad de la incineración se levantó y
juró vengarse, por segunda vez, de Teixo. La dejaron ahí y se
fueron muy asustados.
Después de unos
días, investigaron la muerte de la vieja y Teixo cumplió una
condena de dos años en prisión y cuando regresó al pueblo lo
llamaban el Hornadas. El desenlace de la historia lo cuenta el mismo
Teixo a través del testimonio directo del padre. Y se cuenta que un
día que se encontraron, el pobre Teixo le pidió al padre del
narrador que lo matara porque desde que volvió de la cárcel la
vieja se le aparecía y le comía algún órgano: un día el riñón;
otro, el páncreas; otro, el hígado, hasta dejarlo vacío. No se
volvió a saber de Teixo, hasta que unos días después lo
encontraron muerto de un golpe en la cabeza. El médico que hizo la
autopsia no quiso revelar que estaba completamente vacío por miedo a
que lo tomaran por loco o incompetente.
El tercer cuento,
«Loba», presenta una estructura similar a la del cuento anterior.
En este caso, la historia es contada por una anciana que da hospedaje
al padre del narrador. Todo ocurrió en Ponte de Aranga. Una noche
llegó un joven llamado Silvestre a pedir hospedaje a una casita de
labranza donde vivía la joven Isaura con su familia. Este joven de
malas costumbres solía seducir a las mujeres que conocía, le
gustaba salir de caza y no le gustaba nada trabajar. Como era de
esperarse sedujo a Isaura y la dejó en estado de buena esperanza.
Sin embargo, las esperanzas de Isaura se esfumaron un buen día, y su
tristeza aumentó cuando se enteró de que Silvestre se casaría con
Luciana, una joven de otro pueblo.
La pobre Isaura se
marchitó pero llegó a reunir fuerzas para asistir a la boda, y allí
esperó hasta encontrarse con Silvestre para jurarle que él le
pagaría el hijo que le debía. Después de esto la encontraron
ahorcada en un bosque de castaños. Y como no la enterraron en
camposanto, los lobos profanaron su tumba.
Después de un
tiempo, Silvestre tuvo un hijo, pero seguía con sus malas
costumbres. Dedicaba sus días a salir de caza, sobre todo, estaba
empeñado en dar muerte a una manada de lobos que tenía a todo el
pueblo aterrorizado. Lo peculiar era que esta manada estaba liderada
por una loba de ojos rojos, que no se dejaba atrapar, y que
misteriosamente tenía fijación en rondar la casa de Silvestre.
Hasta que un día logró colarse en la casa y se llevó al bebé de
Luciana. Silvestre rastreó a la loba hasta su escondite, y sin saber
que ésta tenía a su hijo, decidió quemar el escondite con la loba
dentro.
El cuarto cuento,
«El cumplemuertes», está contado en 3º persona por un narrador
omnisciente. Este cuento presenta variantes con respecto a los
cuentos anteriores, además de un cambio en la estructura narrativa,
también hay un cambio en el tiempo y espacio de la narración: todo
transcurre en una ciudad contemporánea. Se puede decir que en este
cuento prima la inmediatez, y en consecuencia aquí la moraleja
trasciende del género narrativo al filosófico.
La historia trata de
un hombre que desde hace unos dos años recibe una carta de
felicitación para el aniversario de su futura muerte. En un
principio se inquieta pero luego lo deja pasar como si fuera una
broma. Pero a medida que se acerca la fecha del aniversario de su
cumplemuerte intenta de todo para evitar morirse. Como no se le
ocurre cómo detener el tiempo, decide cambiar de estilo de vida:
hacer sólo lo que tiene ganas de hacer. Así, deja el trabajo, su
casa y se dedica a vivir en pensiones y a dar largos paseos sin rumbo
fijo.
Sin embargo, las
felicitaciones de cumplemuerte seguían llegándole en tiempo y
forma. Así que se resignó a esperar a la muerte. Como al día
siguiente era su aniversario, pagó la habitación por adelantado
para tener donde morir. Mientras daba su paseo habitual se dio cuenta
de que no tenía por qué pasar la noche en esa pensión y se buscó
otra. Una vez en la nueva pensión también se dio cuenta que no era
un buen pasatiempo dejar pasar el tiempo, así que salió otra vez a
dejarse morir donde la muerte lo encontrase. Y esa noche, sin darse
cuenta se encontró con la muerte. Pero no murió. Porque a
diferencia del resto de personas, él había cambiado su vida de tal
forma que se había convertido en el creador de su destino.
Se puede ver que el
tema común de los cuatro cuentos es la muerte. Sin embargo, en el
cuarto se plantea una visión distinta: el hombre gracias a su libre
albedrío es dueño de su destino, frente a las otras situaciones
donde la muerte arrasa sin preguntar.
En estos cuentos la
estructura narrativa plantea un juego de misterios, intrigas,
expectación, incluso terror, que atrapan al lector hasta el
desenlace final. Esta obra puede proponerse para el primer o segundo
curso de la ESO. Las variadas técnicas narrativas que se exponen
permiten que el neolector se entrene en el hábito de la lectura al
mismo tiempo que la disfruta. Asimismo, la elección del vocabulario,
rico y variado, permite que se trabaje la ampliación del léxico de
los jóvenes. Por último, hay que destacar que las imágenes están
trabajadas desde una perspectiva cinematográfica que contribuyen a
la calidad artística del texto, y permiten a su vez su
representación o dramatización.
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