La Catedral es una
novela publicada en 1999 del escritor y periodista barcelonés César Mallorquí
con la que obtuvo el Premio Gran Angular en dicho año. Autor de otras novelas
como La Mansión Dax, El coleccionista de sellos o El
viajero perdido ha trabajado también como publicista y guionista de
radio y se caracteriza por ser creador de novelas fantásticas y de ciencia
ficción. Su libro La Catedral es una novela histórica con
tintes fantásticos.
La Catedral alberga
una historia trepidante contada en primera persona por un adolescente del reino
de Navarra de finales del siglo XIII. Telmo Yáñez, hijo de un francmasón
maestro constructor, es llevado en el día de su decimocuarto cumpleaños a la
logia para ser propuesto como aprendiz de masón. A partir de su aceptación como
tal dejará de ser un adolescente más y se convertirá, involuntariamente, en el
elegido de Dios para salvar el destino de la humanidad.
La historia comienza en Estella,
un pequeño pueblo enclavado en la ruta peregrina que desemboca en Santiago. De
ahí su nombre, en honor a la estrella de Compostela. Telmo, además de un voraz
aprendiz, es un fantástico imaginero en los pocos ratos libres que le dejan las
obras de Santo Domingo en las que trabaja mientras el sol brille. Su vida da un
vuelco cuando en apenas unos días, su monótono pueblo ve alterada su continua
calma con la llegada de un jinete de Francia, primero, y del obispo de
Pamplona, después. Ambos con un mensaje de vital trascendencia para nuestro
protagonista, el cual desconoce por completo.
El padre de Telmo le hace ver que
ha de partir a Bretaña para seguir con su formación; debe efectuar el Tour que
él y el resto de aprendices de francmasones realizaron en su juventud. Se trata
de un itinerario largo por diferentes poblaciones de Francia con el objetivo de
conocer todos los tipos de técnicas y edificaciones para así completar sus
estudios. Pero es mucho más que eso, su destino es la villa de Kerloc'h, en
Bretaña, donde precisan imagineros ya que se está construyendo una majestuosa
catedral y donde debe investigar la desaparición de Thibaud de Orly, un maestro
constructor de renombre.
En apenas unos meses Telmo pasa
de ser un joven anónimo a enrolarse en una investigación que conforme avance tendrá
más dificultad, más intriga y más peligro. Lo que aparentemente es una simple
catedral resulta ser un templo financiado por la oscura Orden del Águila de San
Juan donde se invoca al anticristo y donde se encubren una serie de asesinatos
y desapariciones.
Para su largo trayecto contará
con la compañía de tres fieles caballeros templarios que representan a la
perfección el papel de colegas de fatigas, excelsamente representado por
Cervantes en la figura de Sancho en El Quijote. Además, se cruza
con personajes tan variopintos como los valores y las sensaciones que encarnan.
El amor adolescente aparece con Valentina, la hija del maestro Hugo de Gascuña,
quien acoge a Telmo en Kerloc'h. También aparece la amistad sin condiciones en
la figura de Korrigan, un pobre loco que entabla relación con nuestro
protagonista. Y, por supuesto, el mal sale a escena con los personajes del
Orden del Águila de San Juan (sus mercenarios turcos dirigidos por Corvan/Simón
de Valaquia y el jefe de la Orden, Corberán de Carcassone). Este último sufre
una transformación, pues pese a conocerse desde el principio de la novela que
él era el jefe de tan tenebrosa organización, se comportaba con Telmo casi como
un tutor cuando iba a tallar todas las mañanas a su fortificación.
Pienso que esta novela estaría
más recomendada para alumnos del segundo ciclo de secundaria por su compleja
trama y su amplio tecnicismo -que por otra parte da un realismo atronador- que
se evidencia en vocablos como los siguientes: buril, arpillera, gubia, labriego,
estabular, cabrestantes, jubones... El autor emplea a la perfección todas estas
palabras de la época y, sobre todo, del argot de la construcción para que el
lector se sumerja en una realidad que nunca ha conocido. La documentación es
amplísima y ello implica que el alumno busque y aprenda mientras lee; ha de
saber cuánto equivale el peso de once arrobas o la distancia de siete leguas,
incluso la altura de algo que está situado a cuarenta pies del suelo. Sería una
gran idea emplear esta obra para llevar a cabo una salida, coordinada con el
departamento de Historia, a un museo con el objetivo de conocer mejor la Edad
Media.
La Catedral es una
historia trepidante, de impecable actualidad pese a desarrollarse ocho siglo
atrás, puesto que los valores que refleja relacionados con la adolescencia
podrían valer perfectamente en el día de hoy. Y por encima de todos resalta
uno, el de la libertad del chico para elegir su propio destino, su propia vida.
Su padre, antes de su partida hacia Kerloc'h le recuerda que la decisión es
sólo suya, si lo desea puede no emprender esa aventura. Al aceptarlo en la
logia le comunica que ser un francmasón conlleva ser un albañil libre y ello lo
aplica durante toda la novela. Son claros los ejemplos del concurso de
imagineros y el de la talla de San Miguel con Corberán puesto que siempre elige
la opción de tallar la figura a su manera, y no según mandan los cánones. Los
jóvenes se verán reflejados al reconocer la libertad que tienen para elegir su
futuro y la gratitud que esto conlleva. Además, al final de su estancia en
Bretaña deja claro que su devenir lo elegirá él rechazando las invitaciones de
diversos amigos para irse a vivir a París y Roma.
La identificación del personaje
del adolescente Telmo Yáñez con el lector es un éxito. La narración de los
hechos en primera persona, sus precisos comentarios y aclaraciones -no sin
cierto gracejo- y el torrente incesante de sucesos que le ocurren hacen que la
simbiosis sea total.
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